“El viento se llevó la promesa presidencial de hacer del tema una prioridad de su primer mandato”, anotó.

Los años transcurridos entre aquel alentador discurso en El Cairo que proponía una reconciliación de Estados Unidos con el mundo musulmán y los mensajes de Obama esta semana se han caracterizado por la progresiva retirada de la superpotencia como actor decisivo en Medio Oriente.

En ese tiempo, Netanyahu aumentó sin cesar los ilegales asentamientos judíos en Cisjordania, pese a la condena internacional y el aislamiento de su país, en una política de hechos consumados destinada a hacer imposible un Estado palestino.

“Para mayor escarnio, acaba de dar la cartera de Vivienda en su flamante Gobierno a un prominente defensor de los colonos”, resaltó.
El diario español El País recordó que Obama volvió a decir en Israel que está dispuesto a implicarse en la consecución de la paz.

No obstante, las palabras hermosas significan poco si no van acompañadas de la determinación de asumir riesgos políticos, por lo demás mucho más soportables ahora que el inquilino de la Casa Blanca ya no tiene que someterse al veredicto de las urnas.

“Washington, pese a todo, no puede escapar a sus responsabilidades en la región y esas responsabilidades deberían ser antesala de la presencia del secretario de Estado John Kerry con un nuevo proyecto para israelíes y palestinos auspiciado por Estados Unidos, un proyecto por el que Obama esté dispuesto a pelear”, concluyó.