Tras el acuerdo de alto el fuego de noviembre de 2012, Israel se comprometió a permitir la pesca dentro de las seis millas náuticas, pero, como es costumbre, no cumplió su promesa y ha continuado atacando violentamente a los pescadores gazatíes que faenaban dentro de esos límites.

El gobierno israelí ha anunciado hace unos días que el límite vuelve a estar en las tres millas náuticas debido a dos cohetes lanzados a Israel desde la Franja de Gaza. Las violaciones palestinas del alto el fuego han sido DOS. Las del ejército israelí han sido centenares, todas ellas bien documentadas. Pero ya se sabe que, cuando unos tanques y excavadoras israelíes penetran en Gaza o cuando los soldados disparan contra los campesinos y las casas palestinas, no se trata de violaciones del alto el fuego, no se sabe por qué arte de birlibirloque. Pero cuando los palestinos lanzan unos cohetes a Israel, ah, eso sí, eso sí es una violación del acuerdo. Yo se lo explico.

El asunto es y ha sido siempre como sigue: los palestinos no tienen derecho a defenderse y si lo hacen es terrorismo. Los israelíes son los únicos que pueden actuar con violencia, porque tienen derecho a ello por la gracia de Dios. La moral judía realmente existente es rabiosamente tribal y permite a los judíos cometer todo tipo de atrocidades contra los gentiles para preservar la subsistencia del pueblo elegido (el fin justifica siempre los medios) y mucho más contra los bárbaros árabes, que son bichos subhumanos que quieren destruir Israel.

Según la Unión de Pescadores, desde el año 2000, nueve pescadores gazatíes han sido asesinados por las fuerzas israelíes en aguas palestinas y cientos han resultado heridos y secuestrados. Muchos botes han sido dañados, hundidos y secuestrados. Solo este año, 36 botes han sido confiscados y llevados al puerto israelí de Asdod.

Tal como relata un pescador en la entrevista y hemos leído en otras muchas ocasiones, la Armada israelí dispara contra los pescadores palestinos y les conmina, a punta de ametralladora, a desnudarse, echarse al agua y nadar hasta la patrullera israelí.

Ciertamente, muchas veces los palestinos se arriesgan más allá de los límites establecidos unilateralmente por Israel. Tal como dice un pescador entrevistado, “necesitamos llegar al menos hasta las 10 millas para poder pescar en áreas con abundante pescado”. Las áreas más cercanas ya han sido esquilmadas. Pero los ataques, las detenciones y las confiscaciones se producen también en aguas comprendidas en los límites establecidos por el gobierno hebreo.

Como consecuencia, hoy los gazatíes tienen que importar pescados frescos de Egipto o pescados congelados de Israel.

La industria del ocio náutico también se ha visto seriamente afectada. Los límites de las seis y tres millas impiden que estas actividades prosperen. La gente no se atreve practicar los deportes náuticos o de navegar por ocio por temor a ser atacados por los soldados judíos. Las actividades un día florecientes de ocio y deportes náuticos en las costas de Gaza han desaparecido prácticamente. Además, Alhelou dice que muchos deportes marítimos como el Jet Ski han sido prohibidos por Israel.

Las razones de este bloqueo, los ataques y las prohibiciones son las de siempre: razones de seguridad. Israel dice que los grupos terroristas palestinos introducen armas a Gaza por el mar, pero hoy es el día en que todavía no han presentado ni una sola prueba de tal afirmación desde que se impuso el bloqueo. Algunos creen que las restricciones israelíes tienen como objetivo impedir que los pescadores palestinos alcancen los yacimientos de gas que fueron descubiertos recientemente en aguas territoriales palestinas.

Como en Cisjordania y en los sucesivos ataques que ha sufrido la Franja de Gaza, con el pretexto de la seguridad, Israel va destruyendo poco a poco las bases en que se sustenta la sociedad palestina. De ahí que algunos hablen de sociocidio. El bloqueo de Gaza es la prueba evidente de que este objetivo israelí. La crueldad con que se ha llevado a cabo demuestra, además, que Israel goza de arbitrariedad e impunidad absolutas. Los gobiernos occidentales son cómplices de este sociocidio. Los medios de comunicación, con su silencio, también. ¿Hasta cuándo?