Yo me atrevo a adelantarme a su respuesta y casi aseguro que en todos esos lugares y más, no existen gatos con tres patas porque solo existe una ley. Una ley que cubre a todos los miembros posibles de la Diversidad Sexual, ya sean lesbianas o transgéneros.

Esta señora solo viene a confirmar que Nicaragua es el país de los imposibles, el país del nunca jamás en el que se trata a una lesbiana que en la pareja hace de hombre, como hombre y a un  homosexual que hace de mujer, como a una mujer, creando una verdadera confusión en los fallos judiciales.

Después de que la papisa Juana se logró sentar en el trono de San Pedro siendo mujer, la aventura ya no fue posible porque se inventó la silla de las verdades, la cual consiste en una silla o sillón sin forro en el lugar en donde uno posa las posaderas. De esa manera, el encargado de la prueba simplemente tocaba en el lugar indicado y decía, tendremos Papa.

Si se hiciera esa prueba en los juzgados, la silla nos diría la verdad incuestionable acerca de la persona a juzgar.

Pero en Nicaragua todo mundo quiere ser Cristóbal Colón para seguir descubriendo tierras ya descubiertas.

Señora Procuradora, por muy transgénero que sea una persona, jamás el hombre podrá ser mujer y viceversa. Una lesbiana macho ofensora, jamás podrá ser castigada por la específica ley 779, porque es mujer y esa ley manda a proteger a las mujeres. Es la ley sin apellido la que castiga a esta transgresora por su delito de violencia y ahí es en donde está el gato de tres patas que la señora Montiel quiere encontrar.

Anulen esa ley loca y castiguen con toda la severidad que se merecen a todos los que agredan a su prójimo, ya sea  mujer u hombre. Entre más especial quieran hacer una ley, menos efecto tiene. La Ley por si, es más que suficiente.