Las gestiones de gobierno de cualquier tipo son como las células cancerosas que se encargan de envenenar el sistema del cuerpo humano. Todo es misterio, oscuridad, silencio. Los testaferros del dictador son los encargados de matar los glóbulos rojos y producir la leucemia, cáncer maligno que ataca el líquido vital del cuerpo humano.

El cáncer se come los órganos del cuerpo y el gobierno dirigido por Daniel Ortega se come el país mediante las acciones de sus testaferros encargados de impartir justicia, de legislar, de elegir autoridades y controlar los votos, de defender el tesoro nacional, de auditar las finanzas de los organismos estatales.

Si Nicaragua fuera llevado a la sala de operaciones de un hospital, los cirujanos abrirían el cuerpo y se encontrarían con la podredumbre que corroe a todos los órganos del estado y no tendrían más remedio que suturar de nuevo, porque si lo intervienen le tendrían que extirpar todos los órganos vitales y sin ellos no se puede vivir. Es mejor dejar a la naturaleza, en este caso el pueblo ofendido y martirizado, hacer su labor destructora hasta que ese estado, esa república, ese país, esa nación fallece y por la acción de esa destrucción también se destruye el mal mismo que causó el cáncer, la dictadura corrupta que destruyó valores morales y materiales y nos tiene postrados, pero en vías de organizarnos para ponernos en pie de lucha y rescatar con la quimio terapia la institucionalidad, el imperio de la Constitución, la aplicación imparcial de la justicia y el camino de la libertad, que nos lleva a la realización del desarrollo y la instalación del progreso.

Nicaragua está postrada por un cáncer metastásico, pero lograremos el milagro de la recuperación usando el bisturí de la unidad nacional para poder extirpar de cuajo el mal que hoy nos aprisiona.

Que cada nicaragüense se vuelva su propio cirujano para que bisturí en mano nos entreguemos a la tarea de cortar lo malo para que surja lo bueno.