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''Me sentiré defraudada una vez más… |
Publicado en 21/07/13 a 23:27:11 GMT-06:00 Por Administrador |
Transcribimos literalmente la apreciación llena de desencanto, que la diputada María Eugenia Venegas Renauld, publicó hace unos 20 minutos en su Facebook, después de haber asistido a las elecciones del PAC. Por María Eugenia Venegas Renauld Diputada por el PAC ante la Asamblea Legislativa San José, 21 de julio de 2013.- Difícil escribir en este muro hoy. Han pasado muchas cosas en esta última semana. Leo los comentarios de la gente en esta red y hay sentimientos encontrados. Gente exigente que esperaba que el PAC deslumbrara con masivas colas para votar en la convención de hoy, gente que exige que se les de números de votantes ya, para reírse o echarle en cara los más curiosos epítetos, o que hace mofa de cualquier cosa rojo amarilla en especial si lleva el tufillo del "ottonismo" con el cual se denigra a quien les guste o no, hizo su historia y se retiró o lo "fueron" como gustosamente alguna gente con muecas contenidas lo saborea. Que lo dejen en paz si no quiere nada más y ya. El país se lo perdió, y supongo que prefieren la mano suave, la palabra florida y el calculito oloroso a billete que un estilo directo y poco afectivo. En fin, eso comentan algunas personas que me lo han dicho así en blanco y negro. Debo confesar mis desalientos a estas alturas. No me involucro en los asuntos del Partido en materia de elecciones. Tengo mis razones para ello. Y muy sólidas. Fui a votar a la mesa 14 en la Escuela República de Venezuela e hice cola. Apoyé a Luis Guillermo Solís. Le di mi apoyo luego de analizar las situaciones diversas que han rodeado al Partido y candidatos y luego de que guardé una ligera esperanza de que Ottón asumiera en medio de los amores y odios acérrimos que le guardan, las riendas del Partido. Conversamos ampliamente Luis Guillermo y yo en un encuentro que tuvimos en un restaurante de la ciudad hace un par de semanas y me decidí por él. Analicé muchas cosas. No sé cómo quedarán los resultados. Creo que si no queda, el camino político que me resta es microscópico. Lo digo así de claro. Que si fueron solo 10000 personas a votar o menos, pues que la dirigencia diga qué hizo en estos tres casi cuatro años para promover su base ciudadana que suma la apatía del pueblo entero en materia política. Tampoco es que los votantes de otros partidos se maten por ir a las urnas, pero gastan mucha plata en sus aceitadas maquinarias y a la gente el color de la bandera se le pega con facilidad. No es fácil salirse de la tradición. Lo sé por experiencia propia. Se requieren fuertes dosis de pensamiento y análisis para decidirse por opciones que le permitan a una ser más consecuente con sus convicciones y moverse con más holgura para opinar sobre la vida del país. Fui a votar cerca de las 12 medio día en medio de un día entre el hospital y la casa. Pasé por dos iglesias antes y miré los rituales y anticipé los sermones. Estar en los hospitales da otra dimensión de la vida. ¡Nos quedamos tan vulnerables! Pero en la mesa de votación, me sentí igualmente vulnerable en mi condición ciudadana. Casi vacía la escuela, en un Escazú que sigue siendo verde y blanco, aunque no prospere el cantón que se hacina cada vez más en el centro de un desarrollo desigual que favorece a otros. Me sentí rara en este escenario que sentí lejano. He tenido que hacer un alto en este día. Mirarme las manos curtidas del trabajo de la casa, los papeles en torre esperando algo de tiempo para sacarlos, los preparativos del nacimiento de los niños que llegarán en cualquier momento, la movilidad de espacios y cosas, la frialdad de mucha gente y el aprecio y cercanía de otras personas que siempre están ahí. En esos dilemas me he movido. Llevando un título de diputada y lejana a tantas acciones donde no siempre se tiene cabida. Por decisión propia o por asuntos incontrolables de destino. Me sentiré defraudada una vez más si Luis Guillermo no queda. Con sus virtudes y debilidades, valoré que valía la equis en la papeleta. Pero en la vida los signos hay que saber leer. Somos parte de todo un engranaje universal con senderos más allá de estos, vanos y terrenales. Y bueno, hoy en la quietud de mi casa, con mi hija en el hospital, con la lluvia a poquitos mojando el jardín y las plantas recién sembradas, ruda, romero, tomillo, nazarenos, hortensias, caña india, rosas, con el brebaje de tés calientes y con la enorme responsabilidad de cuidar a mi nietecita que recién dormí mientras se arma de nuevo su entorno, me dispongo a cerrar la computadora. Ya habrá tiempo para retomar los caminos. La política efectivamente, mal llevada, mal asumida puede depararnos peligrosos desaciertos. Nada en mi vida ha ocurrido sin sentido. El camino es más importante que la meta. Yo tengo todavía cosas que trabajar pase lo que pase. Por ahora, mis pasos están donde deben y quieren estar. |
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