de sociedad primaria y agotada con visiones de santidad cocida en el fetichismo y abundarán de hoy en adelante análisis debilitos, cuando la materia prima no da para más y los intereses ya están estratégicamente pagados.

En pocas semanas veremos levantadas banderas, las de siempre, camisetas y oficinas de los partidos, papeletas y planes de gobierno, plazas públicas, almuerzos y cenas en restaurantes caros, empresarios alistando chequeras, sueños de embajadores, becas y bonos listos, asoman ya las latas de pintura para las escuelas que habrán de pintarse con ese maquillaje de carnaval de cada cuatro años, apenas para la fachada para dar idea de que la escuela manda en el país, brazos levantados, esa levadura que por olor adormece y los sueños de grandeza acallarán realidades. Se botará plata, mucha plata como siempre. Ojalá yo me equivoque de cabo a rabo y ojalá y pase todo esto como un suspiro.

Me hubiera gustado ir a la calle con algo en las manos: un CV que invite a creer. Pero lo único cierto es que mi barrio se levantó hoy como si nada. Ladran afuera algunos perros, el camión recolectó la basura, los niños pasaron veloces a la escuela y los jóvenes al Liceo, cada quien corrió a sus trabajos, las señoras siguen en sus casas con la escoba y la regadera en la mano. El pulpero no abrió y las motos majaderas a escape libre, siguieron su marcha de ruido y humo. Es lunes y hay que hacer lo que se pueda. En Cuesta de Moras, lo de siempre.