Me entero, de buena fuente, que la práctica de ofrecer bonos de vivienda y puestos, a cambio de votos, se activó en las asambleas distritales y cantonales del PLN. No importa que no existieran las urbanizaciones. Hasta ofertas de marihuana sirvieron para "estimular" a adictos a salir a votar.

De todo esto me entero en una rápida vuelta hoy por Alajuela. Este estado de cosas mortifica y desalienta al más pintado. A mi me da rabia, no puedo evitarlo.

Tanto deterioro no nos cae de sopetón. Desde el momento mismo en que las políticas neoliberales pusieron pie en el país con Monge y con J.M. Figueres, hasta hoy que se han acentuado con Arias y Chinchilla, se han venido acumulando problemas que ahora estallan.

La Caja desfinanciada y dirigida por ineptos o saboteadores. El ICE camino a convertirse en un negocio lucrativo, renunciando a su papel de motor del desarrollo, y de servicio a los ciudadanos. El MOPT, convertido en un cascarón al borde del colapso.

Y la moral, esa mala palabra, cada vez más arrinconada. Me decía esta mañana un liberacionista de siempre, "es que la política es así, sucia, la moral y la política no se llevan. Nada que hacer".

Y es que por ahí hay que empezar, por rechazar esos criterios fatalistas y rescatarla. Si no lo logramos, este país de nuestros desvelos, iría inevitablemente, al desastre. De nada serviría salvar la Caja, recuperar el ICE, poner a trabajar el MOPT, aplastar el dengue. Si no hay una verdadera REVOLUCION ÉTICA, que se asiente en todo el entramado político y social, muy poco y de corta duración sería lo que se hubiera logrado.

Mi suegro, viejo mariachi, decía, en el colmo de la desesperación, "aquí van a faltar palos para colgar a tanto corrupto". Mi tata, viejo ulatista, igualmente cabreado, por su parte, hablaba de paredón, y de San Lucas de por vida. Ni una cosa ni otra. Justicia habrá que hacer, sin esos extremos, pero que a este deterioro inaguantable hay que ponerle fin, no cabe duda.