de acuerdo para pedir formalmente que se lleve a cabo una investigación tras la última denuncia de un ataque químico a las afueras de Damasco en el que, según la oposición siria, murieron al menos 1.300 personas.

Hoy circulan videos con decenas de muertos en el sur de Damasco, en el conflicto sirio, sin heridas físicas externas. Estaríamos ante prácticas genocidas, como en el caso de Ruanda. Genocidio es la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso. Un genocidio no es solo una masacre, ni se mide en número de muertos, sino que supone la intención de aniquilar.

De esta forma, ha vuelto a quedar patente la división en el Consejo de Seguridad sobre el conflicto sirio, pues Rusia y China se negaron a apoyar una acción de mayor contundencia por parte del máximo órgano de decisión de la ONU. Esta situación pone de manifiesto una realidad harto contrastada: los países que componen el Consejo de Seguridad de la ONU tienen intereses contrapuestos e hipotecan la actuaciones de Naciones Unidas en función de los mismos.

Además de pretender el control estratégico de los recursos naturales del planeta, ¿quiénes son los mayores productores mundiales de armamento? Precisamente los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, con  derecho de veto: Estados Unidos, Francia, Reino Unido, China y Rusia. Para permitir la visualización de estos intereses, hay que aclarar que el “negocio” supone unos 1,5 billones de dólares anuales de gasto mundial en armas de todo tipo (sólo armas y municiones). Con esta cantidad podríamos erradicar la pobreza del mundo entero, o proveer de una vivienda razonable, seguridad alimentaria, agua potable, condiciones sanitarias, electricidad, educación universal y cuidados de salud para todos allá donde faltan esos servicios esenciales.

Sería suficiente cantidad para detener el calentamiento planetario. Pero... el afán de lucro manda. Hay mucho dinero implicado en la producción y comercialización de armas. Además, los productores de armas están también ligados a los mayores sectores de la economía mundial, como transportes, energía (sobre todo petróleo), comunicaciones y finanzas;  los intereses militares son parte importante de la economía globalizada, aspecto a considerar en los necesarios cambios a proponer en el sistema económico mundial. Urge cambiar este estado de cosas, pues  los conflictos y las guerras se incrementarán previsiblemente en el futuro debido al cambio climático.

En la Universidad de California en Berkeley  se ha efectuado una investigación,  publicada en la revista Science,  sobre la relación entre el aumento de temperatura y los conflictos armados, según la cual estas tendencias climáticas, de hecho, pueden aumentar significativamente las incidencias bélicas en general. ¿Seguiremos impasibles, permitiendo que en Naciones Unidas se camuflen los  países-señores de la guerra para seguir manteniendo los beneficios de sus corporaciones empresariales  a costa de masacres poblacionales y genocidios como el de Siria ahora y anteriormente los de Darfur, Ruanda etc.?