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La Ética del desarrollo – TicoVisión |
Publicado en 16/09/13 a 09:09:28 GMT-06:00 Por Administrador |
Si las personas en las que el soberano delega su poder no lo pueden utilizar con efectividad, debido a que carecen de autoridad moral, la democracia misma sufre. Importantes espacios de poder... Por Ottón Solís Fallas * San José, 16 de septiembre de 2013.- El Presidente de la República Federal de Alemania, el señor Christian Wulff, tuvo que renunciar a su importante puesto en febrero del 2012 por un escándalo de corrupción. Antes de ser presidente de la República Federal de Alemania, el señor Wulff había sido Primer Ministro del Estado de Baja Sajonia. En el 2008, estando en ese puesto, viajó a Munich y un empresario le pagó una cuenta de hotel por $800. Cuando la prensa se enteró de este hecho, ya siendo Presidente del país, se le armó el escándalo. La Canciller Merkel, con honestidad y firmeza, llamó a cuentas al Presidente Wulff, sin importarle que era de su mismo partido, el Unión Demócrata Cristiana o que se trataba de un amigo cercano y de un aliado político. Como consecuencia Wulff tuvo que renunciar y ahora está enfrentando un juicio por corrupción. Alemania es uno de los países más desarrollados del planeta. Ostenta un PIB per cápita 5 veces más elevado que el de Costa Rica y, en casi todos los ámbitos, una calidad de vida material muy superior a la nuestra. Mientras Costa Rica tiene un déficit fiscal de un 5% del PIB, Alemania tienen un superávit fiscal de un 0.3% del PIB. Mientras Costa Rica tiene un déficit en el comercio exterior de más de $7000 millones, Alemania tiene un superávit de $250.000 millones. Mientras que en Costa Rica la desigualdad en la distribución del ingreso, medida por el Coeficiente de Gini, es lamentablemente muy elevada (50.7), Alemania muestra mucha mayor igualdad (con un Gini de 28.3). En fin, $800 dólares (¢400.000) en Alemania no es mucho dinero. Sin embargo, nadie en ese país ha intentado defender al señor Wulff ridiculizando el monto de dinero que originó la acusación por corrupción ante los tribunales. En Costa Rica, los políticos amigos de la corrupción o amigos de los políticos corruptos, siempre han intentado desacreditar las luchas contra ese tipo de abusos. Afirman que se trata de “galletas”, sin importar que aquí los montos de las corrupciones con frecuencia son mucho mayores a esa suma que puso en problemas al Presidente de la súper-desarrollada Alemania. Que los practicantes costarricenses de este tipo de abusos intenten chotear esfuerzos para detenerlos, no debe sorprendernos. Pero lo que si preocupa es que algunos analistas políticos criollos, armados con una retrógrada y tropical visión de la ética del poder, no se percaten de que, en democracia, la eficacia de los altos funcionarios depende de su autoridad moral y que, a su vez, esta depende de los rigores éticos con que desempeñen sus funciones. El menor abuso debilita la capacidad de un político para tomar decisiones estratégicas para el desarrollo. Ese tipo de decisiones rara vez son populares; por lo que una condición necesaria para que el político sea exitoso en impulsarlas es que no existan dudas sobre la ética de sus intenciones. Además, los llamados que normalmente debería hacer un presidente, pidiendo y exigiendo eficiencia a la burocracia, el pago de impuestos a los evasores, honestidad a sus subalternos directos, etc, serán efectivos y se escucharán, únicamente si están secundados por la autoridad moral que se deriva de la integridad y transparencia. Si las personas en las que el soberano delega su poder no lo pueden utilizar con efectividad, debido a que carecen de autoridad moral, la democracia misma sufre. Importantes espacios de poder serán ocupados por manifestaciones corporativistas y por los poderes fácticos, los cuales solo por excepción representan los intereses de las mayorías. En las sociedades más avanzadas lo normal es que abusos similares a los del Sr Wulff tengan severas consecuencias para las personas implicadas. Pero en el trópico latinoamericano, pareciera que todo se vale. En Costa Rica los políticos han logrado ir insertando comportamientos cada vez menos éticos en el rango de lo aceptable por la ciudadanía; incluyendo una parte de la ciudadanía informada y creadora de opinión. Ese subdesarrollo ético es uno de los factores que nos impide tener gobiernos efectivos y salir del subdesarrollo económico y social. El próximo domingo hay elecciones en Alemania. El país tiene cifras económicas y sociales que brillan en comparación con otras sociedades. La canciller Angela Merkel ganará sobradamente. Aparte de su buen juicio en el manejo de la política económica y social, los alemanes estarán premiando su integridad y su coraje para combatir la corrupción. Ojalá la política costarricense y los analistas presten atención a las causas de este ejemplo de buen gobierno. * Ottón Solís Fallas: Nació el 31 de mayo de 1954, en un pueblo cercano a la ciudad de San Isidro de El General, en el cantón de Pérez Zeledón, al sur de Costa Rica. Se graduó como economista en 1976 en la Universidad de Costa Rica, y obtuvo una maestría en economía en la Universidad de Mánchester en 1978. Es profesor emérito de la Universidad de Florida. Actualmente enseña en al Universidad de Notre Dame, en Indiana, EE. UU. Solís es autor de diversos libros y artículos en la prensa académica. |
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