5 de octubre de 2013.-  La renuncia del Dr. Hernández lo enaltece a él como persona, debería avergonzar a quienes lo “apuñalaron por la espalda” según sus acusaciones y duele a todos los que estamos preocupados por el futuro del país.

Su carta de renuncia a la candidatura del PUSC lacera y parte el alma. Es un documento histórico que debería ser analizado por todos los costarricenses, digno de ser repartido casa por casa y a la salida de misas o cultos religiosos.

Como buen médico que es, don Rodolfo creyó que podría hundir el bisturí para sanar a su partido, pero encontró que en unas partes la gangrena es imparable y en otras, la metástasis, total. Todavía más, descubrió que sus candidatos a diputados en realidad trabajan desde ya para el candidato oficialista Johnny Araya, con quien se reportan, porque su verdadero afán es reconstruir el PUSC para resucitar el bipartidismo y que Calderón Fournier vuelva a aspirar a la presidencia en el 2018.

Sí, se dio cuenta de que entre Liberación y la Unidad hay oposiciones fingidas y negocios comunes. Por eso habló de democracia ultrajada, violada y secuestrada.