Esta crisis ha generado cierres de museos, de institutos nacionales de salud, de parques nacionales, y de otros espacios públicos, que conforme pasan los días aumentará sus consecuencias contra la clase trabajadora gubernamental y desencadenará efectos en toda la nación. No es una crisis política únicamente; va más allá. Es una discusión nacional sobre la realidad de los Estados Unidos, su crecimiento y si realmente existe la voluntad política para analizar los efectos de un aumento del gasto público. Claro está, que la presión ejercida por los republicanos y la decisión de la administración Obama de no dar el brazo a torcer con la reforma sanitaria, hace prever que el cierre del gobierno se prolongará por más tiempo y se podría complicar a partir del 17 de octubre si no existe oxígeno presupuestario.

Aquí en los Estados Unidos la gente en la calle está clara que el país se enfrenta a un escenario político complicado pues muchos se encuentran en sus casas sin salario e incluso temen una ola de despidos en Washignton, y con el estrés de que deben buscar rápidamente una salida temporal para afrontar sus deudas, sn embargo, saben también que llegó la coyuntura y el tiempo para que el país entre a analizar el futuro del gasto público, su incidencia y otros aspectos macroeconómicos, sin que se renuncie a la idea de continuar con la vigencia de una reforma de salud por la que un grupo importante de la población a esperado por mucho tiempo.

Por ahora, el presidente Obama ha cancelado parte de su gira por Asia,  fracasaron los primeros intentos de negociación entre los líderes del Congreso y el Ejecutivo, Wall Street teme de los efectos de esta crisis presupuestaria, y todo encamina a la esperanza de una solución política inteligente y equilibrada relacionada sobre el techo de la deuda, que seguramente no será, eso sí, a muy corto plazo, por la radicalidad de los republicanos en suspender la reforma sanitaria. Se prevé que el bloqueo presupuestario generará todo tipo de implicaciones en el crédito, las tasas de interés y otras variables de la economía, lo que dejaría a los Estados Unidos en un nuevo capítulo de luchas entre los republicanos y los demócratas en el Senado y la Cámara de Representantes; y entre el presidente Obama y los republicanos. Vemos un octubre muy complicado para los estadounidenses, y el mundo.