Estoy convencido que el país necesita de un buen artesano de la política, de la buena política que sepa hacer una lectura adecuada de lo que ha sucedido con nuestra Patria, lo ponga en contexto e inicie el proceso de rectificación de los caminos de la misma, ajustándolos a los nuevos dictados de nuestra época. Vivir en nuestra época pero con nuestro estilo, ese que nos hace ser costarricenses.

Así que el sastre no puede ser cualquiera, y resulta que hay 13 candidatos postulados para ocupar el rol del sastre de la Patria.  Curiosamente yo veo algunos que disputan como excelentes sastres por su  trayectoria y su probidad como seres humanos y como artesanos de la política, por ser hombres que con visión de la Patria pueden edificar el traje que necesita la nueva Costa Rica del tercer milenio.  Sí, claro que hay buenos sastres, buenos artesanos que nos llevarán a superar las limitaciones encontradas hasta ahora.


Lo que sí no veo, es que Otto Guevara pueda realizar las reformas que este país requiere, me disgustan los sastres mentirosos, sí, esos que hacen promesas insulsas, como la de crear de inmediato 5.000 empleos y luego señala a renglón seguido y como por arte de magia, decir que necesitamos reducir el aparato estatal. Y esto se contradice con lo que todos queremos que nuestro sastre haga para nuestro país, tal como lo es una mejor educación, la salud, la seguridad., la vivienda, las exportaciones y los salarios. No creo que en esta circunstancia Otto Guevara pueda abordar el patrón del camino para tejer el traje de nuestra Patria.

El traje de Johnny Araya, la verdad que debe ser muy pesado de llevar; ese traje marcado por la inconstancia, por el engaño marital, por ser un personaje oscuro en donde habita un político mañoso que le gusta estar cambiando de traje ya que ningún traje le va a su medida. Por ser un político que cambia de traje como cambia de pañuelo, entonces pasa de un partido a otro y no le es nada incómodo.

Y Johnny Araya Monge, durante sus 26 años en la Municipalidad de San José, que hablan de un artesano incapaz de tener la paciencia de enhebrar las agujas para enfilar el traje de mi querida Costa Rica, este hombre ciudadano, lleno de yerros y malos pasos desde su vida personal. Por ser un hombre que dice que: “no necesitamos palabras  sino obras”, y que si uno revisa las obras hacen falta las palabras para describir la incapacidad de quien no aprendió el oficio de sastre que echara a perder la buena tela de la que está hecho el ser costarricense.

No, yo no pongo a ese chambón a tejer el traje de mi Patria, podría inmolarlo e inmolarse por su incapacidad constante y permanente. Johnny, el que no concluyó nada en su vida,  ni sus estudios que los dejó logrando a duras apenas un bachillerato universitario en agronomía  paro irse a  encerrar en el  5 piso de la Municipalidad de San José  y mirar desde lo alto a  los  pobres sin entender y tratar de modificar el entorno que lo rodeó cotidianamente.

Pero además, por sus acciones erráticas y grotescas, como querer urbanizar el cementerio de los pobres; por suprimir la gesta heroica de los estudiantes escrita con sangre en 1919, en lo que se bautizó como Paseo de los Estudiantes para inventarse un barrio chino inexistente. Por estas y mil razones más, no lo veo como el sastre de la nueva Patria que todos soñamos.

Yo quiero el mejor sastre y sé que ustedes ciudadanos, con tranquilidad han ido poco a poco decantando los mejores candidatos para llegar a la elección final del sastre que edificará el traje de nuestra Patria.

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*  Dr. Guillermo Carvajal Alvarado: Catedrático en la Universidad de Costa Rica. Estudió Géographie et amémagement du territoire en University of Toulouse II – Le Mirail. Profesor en la Universidad de Costa Rica, en el Truman Institut Israel y en Utah State University. Alcanzó el rango de Catedrático Universitario. Ha publicado numerosos articulos y libros sobre temas sociales de América Central. Vive en San José, Costa Rica y es Gerente Propietario de Editorial y Librería Alma Mater.