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¿Qué pasa, La Nación? ¿Les comió la lengua el ratón? - TicoVisión | ||||
Publicado en 01/01/14 a 09:49:41 GMT-06:00 Por Administrador | ||||
Hace más o menos quince días, la marquesina principal de la versión digital del periódico La Nación, ponía como la noticia más leída “Grupo de empresarios jóvenes financia la campaña de ‘El sastre de Villalta’”. En la nota... ¿Qué pasa, La Nación? ¿Les comió la lengua el ratón? Por Rosemary Castro Solano * Politóloga y educadora Sn José, 1 de enero de 2014.- Hace más o menos quince días, la marquesina principal de la versión digital del periódico La Nación, ponía como la noticia más leída “Grupo de empresarios jóvenes financia la campaña de ‘El sastre de Villalta’”. En la nota daban cuenta de cómo un grupo de empresarios jóvenes, bajo el nombre de Red de Evolución Democrática, patrocinaba dichos anuncios con la intención de llamar la atención sobre la preparación de Villalta, al tiempo que negaban nexos con partido político alguno. Para ello, tan ilustre grupo, había contratado los servicios del publicista Giovanni Bulgarelli (conocido por joyas previas como “El menos malo” y los cogidos cortos de Berrocal) y del actor Andrés de la Ossa para decir, con acento extranjero, que Villalta no había dado la talla en la entrevista que el pseudo periodista Alberto Padilla le había hecho para Centroamérica Habla. En aquel momento, el vocero de la hasta-entonces-e-incluso-después desconocida RED, afirmaba que se reunían de manera ocasional y que la organización estaba integrada por personas de negocios menores de 40 años, al tiempo que aludía que entre sus miembros estaban Fulano, Sutano, Mengano y Perencejo, como únicas y vagas referencias. Para citar directamente sus palabras, el vocero del grupito afirmó "Es un grupo de jóvenes empresarios que nos hemos dado cuenta que la situación política actual se debe a la falta de involucramiento durante las últimas tres o cuatro generaciones en la política costarricense. Nos vimos preocupados sobre todo por la posición del candidato Villalta en las encuestas, viendo que es alguien sin preparación suficiente para dirigir esta empresa que se llama Costa Rica". De inmediato recordé los supuestos mínimos del análisis de discurso y pensé que para comprender al anuncito debíamos empezar por analizar al enunciante. Así que, quién carajos es la tal Red y de dónde saca la plata para financiar semejante campaña. Empecemos por decir que jamás he oído de la RED en las discusiones que se han dado en coyunturas álgidas de la última década. Jamás he escuchado que ejerzan veeduría y, mucho menos, vocería para hablar de los problemas nacionales, de los resultados del Estado de la Nación, de trochas y concesiones, de avionetas y fraudes, y de los dolorosos números de pobreza y desigualdad que no cambian en las versiones oficiales pero se hacen cada día más grandes a vista de todos. Y, ¿por qué sería que nunca antes habíamos oído de ella? Tal vez porque no existía. Tal vez porque es un nuevo rol actancial de un mismo actante: el sector de políticos-empresarios que han ocupado el gobierno durante los últimos treinta años para imponer el modelo neoliberal y la metáfora de desarrollo que entiende el progreso como libertad individual, enfocada al consumo y a la deuda. Ahora, frente al proceso electoral 2014 y los inesperados números de las encuestas, temen que lo que hace ocho años denominaron “voto edípico” (todavía me acuerdo de oír la expresioncita y sentir náusea directa) se manifieste en un cambio de timón no favorable a sus siempre favorecidos intereses. Reconozco que, al principio, el anuncio del sastrecito me amargó un poco la tarde e incluso lo mencioné en un seminario sobre democracia al cual tuve el gusto de asistir en los últimos meses. Sin embargo y en ese mismo espacio, una compañera y un compañero comunicadores nos comentaron que había sido un total de-sastre (la ironía) y que no había logrado mayor trascendencia. Eso me dio alivio y me hizo repensar la pregunta para ahora más bien plantearme la interrogante básica de la semiótica sobre por qué algo significa (o no significa) en determinada sociedad. Así, el de-sastre no significó porque desde el principio no había sido pensado para generar acción comunicativa, al no mostrar ni la más mínima observancia de los famosos universales del habla, a saber: inteligibilidad, verdad, rectitud y veracidad. Luego, el sastrecito nació muerto porque no era siquiera inteligible (gran parte estaba hablado en inglés y con fuerte acento British), empleaba un vocero inválido ante los ojos del tico (un sastre que la mayoría más podía relacionar con el Coronel Sanders del famoso pollo frito hablando de política) y priorizaba la ironía por medio de la carnavalización del debate. Luego, recordé que la misma empresa que tanto cacareó ese video tuvo la cortesía de crear un candidato ficticio llamado “Armando Broncas” en La Teja, el cual es representado por un muñeco de peluche y tiene un espacio diario a todo color en el pasquín mencionado. Más claro ni el agua. La estrategia es entonces a) difundir miedo, ya sea por medio de editoriales como el del 17 de diciembre en La Nación o con pregunticas con chanfle manufacturadas en empresas disque dedicadas a las encuestas de opinión y (pero no menos importante), b) carnavalizar el proceso electoral bajo la premisa de la libertad de expresión, de forma tal que la discusión se desvíe de lo relevante. Así, el sitio web de La Teja, incluso hoy 30 de diciembre, coloca como noticia prioritaria en la sección del mencionado muñeco Armando Broncas una nota del 29 de noviembre (¿cuándo una nota dura un mes en primera plana?) bajo el título “La patinada de Villalta” para dar cuenta de la disque pifia de la entrevista antes mencionada. Parece ser que, tras el efecto bumerán que les dio la estrategia de preguntar el precio del casado (y despidos consiguientes), se han vuelto más descarados y ahora sólo ponen en la palestra a quien más temen, tratando de usar la payasada para socavar su piso. ¿Será que tanto se nos subestima a quienes votamos? Probablemente, porque nunca antes habíase visto cosa igual de poner a un muñeco de peluche en competencia electoral. Y, que yo sepa, tampoco antes se había visto esta especie de atentados mediáticos (requeté fallidos, pero atentados al fin) donde la mano gestora se esconde bajo acrónimos fantasmas que quieren ganar credibilidad con suntuosos nombres a manera de mamparas. Triste es también pensar que hay quien se preste a realizar estos entuertos que constituyen verdaderas dagas a la democracia. Pero más triste es pensar que el Código Electoral promulgado en 2009 no contemple regulaciones ni sanciones para la propaganda electoral que no es lanzada por partidos políticos y que se cobija bajo mil formas distintas para desvirtuar el proceso. Valga este espacio entonces para preguntarle directamente al Tribunal qué tiene que decir sobre el candidato de peluche y los editoriales hiper sesgados de los últimos días en plena tregua electoral. Y qué cosas tiene la vida. Quince días después del de-sastre, circula en las redes un producto bien pensado. Una muestra contundente de denuncia en tono positivo y una forma elegante (difícil imaginar una mejor) de contestar a aquel triste conato de anuncio con ínfulas de comercial de “Open English”. Bajo el nombre de “Nuestro nombre es Costa Rica”, un grupo también anónimo (pero sin acrónimo ni agenda escondida) pone el dedo en la llaga al ritmo de “Jugo de piña” para dar forma a un mensaje claro: si queremos resultados distintos a los obtenidos desde hace tres décadas (cuando nos recetaron el primer PAE como inicio de la fórmula neoliberal), no podemos votar por los mismos. El video, visto por decenas de miles y de difusión viral, es en sí mismo una herramienta de diálogo y debate que, sin embargo y a diferencia del sastrecito, no cuenta ni con una ínfima mención en el sitio web de La Nación. En su lugar, hoy aparecen como noticias más leídas algo sobre la acreditación de carreras, un reporte sobre un celular nuevo y (sí, agárrense porque es cierto) que Kim Kardashian es acusada de depilarle las cejas a su hija. ¿Qué le pasa a La Nación, de pronto la cobertura de videos apartidarios dejó de ser importante? Tal vez duele demasiado que algo hecho con tanta diferencia de recurso financiero sea de calidad tan alta como desproporcional a la inversión. ¿Será que la pauta que no se ha respetado a nivel de editoriales de pronto es cosa seria cuando se quiere evitar el tema por medio de una espiral del silencio que más parece una descarada cortina de humo? Qué miedo da la verdad cuando se nos sienta de frente, nos cruza la pierna y nos guiña el ojo como seña de que conoce nuestro juego, ¿cierto? O, ¿será que simplemente les comió la lengua el ratón? Para hablarles en una lengua que entiendan, “Cat got your tongue?”. * Este artículo fue compartido directamente por su autora Rosemary Castro Solano; Politóloga y educadora. Egresada de Maestría en Comunicación y Desarrollo. http://lasbarbasenremojo.blogspot.com |
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