decía que haría puentes aunque hubiese que construir también el río. Todas éstas promesas inverosímiles e irrealizables en escasos cuatro años, ha hecho pensar a los votantes en el abstencionismo, quienes han experimentado a lo largo de los años, aquellas falsedades y promesas engañosas, pues los candidatos se rozan con el pueblo besándolos y abrazándolos para que les favorezcan con el sufragio y cuando llegan a Zapote, cambian sus números de teléfono, le ordenan a sus secretarias, guardaespaldas y demás vigilantes, que no reciban a nadie, desconociendo sus compromisos y obligando a los grupos organizados a manifestarse públicamente en las calles en protesta a sus torpes decisiones.

También hay candidatos que resultan ser muy pesados, antipáticos, que consideran que con sólo haber anunciado su disposición de ser electo presidente y contar con una buena preparación académica, el pueblo está obligado a seguirlos, incluso, no reciben ni siquiera a sus propios partidarios en sus oficinas por falta de tiempo y les obligan a alejarse de sus intenciones en su favor. Éstos presagian aún más la des gobernabilidad si por desgracia llegaran al poder.

Ante este tenebroso y oscuro panorama, se propaga una campaña atípica con brotes de miedo, desazón e incredulidad, para seguir usando la hacienda pública y enriquecerse dentro de una dictadura democrática que les permite impunidad absoluta para seguir en su actuar adverso a los intereses del pueblo.

Costarricenses, aunque sea esta una triste realidad, debemos pedirles a todos los compatriotas, que por el bien del país y nuestros propios intereses, analicen la posibilidad de emitir su voto, buscando la mejor opción según su conciencia, pensando sólo en Costa Rica. A votar costarricenses, para no tener los peores hombres y mujeres dirigiendo los destinos de la patria, aprovechémonos que tenemos el poder de elegir en nuestras manos.