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El escenario distópico de las relaciones Navarra-España – TicoVisión |
Publicado en 25/02/14 a 06:49:11 GMT-06:00 Por Administrador |
Parafraseando a Wright Mills en su libro “The Power Elite” (1.956), el establishment navarro sería “el grupo élite formado por la unión de las sub-élites política, económica, universitaria y mass media de Navarra”... El escenario distópico de las relaciones Navarra-España Por Germán Gorraiz López * Analista 25 de febrero de 2014.- Parafraseando a Wright Mills en su libro “The Power Elite” (1.956), el establishment navarro sería “el grupo élite formado por la unión de las sub-élites política, económica, universitaria y mass media de Navarra”, lobbys de presión que estarían interconectadas mediante “una alianza inquieta basada en su comunidad de intereses económicos y amalgamada por la defensa a ultranza de la “unidad identitaria de Navarra”, doctrina que tendría su plasmación práctica en la perpetuación “sine die” del sistema feudal político-económico imperante en Navarra desde la Guerra Civil del 1939 y que tendría como efecto colateral la condena al ostracismo oficial de una cuarte parte de la población navarra que se verá obligada a vivir en un gueto lingüístico (euskera), sindical (ELA, LAB, EHNE) y político (sector abertzale). Así, cerca de 100 familias o clanes familiares dominarían todos los centros de poder económico, político, universitario y mediático de la Comunidad Foral, aunque tan sólo serian satélites orbitando en la esfera de gravedad del Opus Dei, élite Alfa que habría fagocitado todas las sub-élites del establishment navarro convirtiendo a la Comunidad Foral en un coto feudal en pleno siglo XXI, es decir, una distopía de naturaleza real (no ficticia). El término distopía fue acuñado a finales del siglo XIX por John Stuart Mill en contraposición al término eutopía o utopía, empleado por Tomas Moro para designar a un lugar o sociedad ideal. Así, distopía sería “una utopía negativa donde la realidad transcurre en términos antagónicos a los de una sociedad ideal”. Las distopías se ubican en ambientes cerrados o claustrofóbicos enmarcados en sistemas seudo-democráticos donde la élite gobernante (establishment) se cree investida del derecho a invadir todos los ámbitos de la realidad en sus planos físico y virtual, no dudando en restringir los derechos básicos de la ciudadanía y estigmatizar a todos los sectores refractarios a la doctrina oficial del establishment con un anatema recurrente, de lo que sería paradigma el controvertido informe de la Guardia Civil sobre el Profesorado del Modelo D, (modelo educativo que utiliza el euskera como lengua vehicular). En el plano político, asistimos a un escenario distópico fruto del Tejerazo de 1.981, en el que los guardias civiles de Tejero obligaron “manu militari” a los líderes políticos confinados en el Congreso a aceptar un acuerdo tácito por el que se declaraban intocables el sistema monárquico y la unidad indisoluble de España, pasando Navarra desde entonces a ser considerada “cuestión de Estado” por lo que cualquier cambio institucional que se pueda producir en el viejo Reyno foral deberá contar con el visto bueno del establishment del Estado español. Así, la noche del 5 de Julio del 2007, tras el acuerdo provisional alcanzado entre PSN, Nabai e IU y que contaba con la aprobación casi unánime del Comité Regional del PSN (104 votos favorables y uno en contra) y las bendiciones del propio Zapatero, la sociedad navarra se durmió en la creencia de que amanecería con un “Gobierno de Progreso” que finiquitara el atavismo navarrista de los sucesivos gobiernos de UPN. Sin embargo, tras la llamada urgente de Jaime Ignacio del Burgo al Secretario de Organización del PSOE José Blanco en la que le recordó el acuerdo tácito alcanzado tras el Tejerazo, el PSOE nacional desautorizó dicho Pacto y ordenó a los socialistas navarros que se abstuvieran en la votación para permitir que el candidato navarrista de UPN, Miguel Sanz fuera investido Presidente de Navarra, decisión que cristalizó posteriormente en la ruptura UPN-PP. Tras la separación traumática de UPN y el PP en el 2008, los socialistas navarros se vieron convertidos en árbitros de la contienda política tras el acuerdo tácito entre el Presidente navarro Miguel Sanz y el socialista José Blanco en virtud del cual las propuestas políticas de los socialistas navarros eran apoyadas por UPN en un espléndido ejercicio de ventriloquismo escénico a cambio del apoyo sin fisuras del PSN en la aprobación de los Presupuestos anuales de UPN, quedando IU y Nabai como convidados de piedra. Dicha política de apoyo incondicional a UPN desde los bancos de la oposición le acarreó al PSN la pérdida de jirones de su primitivo ideario socialista pero tras la abdicación de Sanz en el 2009 y la proclamación de Barcina como su sucesora, le condujo finalmente al poder mediante un Gobierno de coalición UPN-PSN. Tras la escenificación de la ceremonia del desencuentro UPN-PSN plasmado en el “divorcio político” Barcina-Jiménez, asistimos al finiquito de la doctrina navarrista UPN-PSN que habría convertido a la Comunidad Foral durante una década en un coto priva - do del establishment navarro (Teoría del quesito de Miguel Sanz), quedando además el Gobierno de Barcina huérfana de apoyos en el Parlamento, por lo que habría llegado a un acuerdo con el Gobierno central para frenar las leyes que pudiera aprobar el díscolo Parlamento navarro mediante el recurso sistemático ante el Tribunal Constitucional, basándose en el artículo 161.2 de la vigente Constitución, que señala que “el Ejecutivo central podrá impugnar ante el Tribunal Constitucional las disposiciones y resoluciones adoptadas por los órganos de las CCAA”. Así, el TC anuló la decisión del Parlamento de Navarra que obligaba a la Iglesia Católica y al resto de confesiones del Estado español a pagar la contribución territorial (impuesto equivalente al IBI) por todos los inmuebles de su propiedad con la única excepción de los destinados al culto, lo que unido al resto de recursos pendientes (del que sería paradigma el recurso de la ley foral que otorga al Parlamento la potestad de aprobar los ERE de empresas públicas), ha supuesto “de facto” el vaciar de contenido las competencias legislativas de una Cámara foral navarra devenida en barco amotinado que navegará sin rumbo fijo hasta las próximas Elecciones Forales. Asimismo, estaríamos en la antesala de un severo recorte de la capacidad de la Cámara Foral para legislar impuestos (autogobierno fiscal navarro), que se enmarcaría en el contexto de la deriva autoritaria del Gobierno del PP que pretende la implementación de un Estado jacobino y autoritario (Tardofranquismo) y que tendrá su plasmación en las restricciones que se impondrán al autogobierno de la Comunidad Foral en las próximas negociaciones sobre la renovación del Convenio Económico Navarra-Estado y que terminarán convirtiendo a la Comunidad Foral en un autogobierno devaluado, enconsertado y sometido a los dictados del Tribunal Constitucional de turno. Por su parte, el PSN adoptó en el Parlamento Navarro de la estrategia de “acoso y derribo” del Gobierno minoritario de Barcina y la difusión de la tesis de la implementación de un hipotético “Gobierno de Progreso” PSN-Nafarroa Bai-IU que daría prioridad a la regeneración de la clase política y a la revitalización del llamado “Estado social y democrático de Derecho” tras la celebración de nuevas elecciones forales. Así, ante la implosión del “affaire Goicoechea”, el PSN por medio de Jiménez planteó a Barcina la disyuntiva de dimitir y convocar elecciones o ser defenestrada mediante la presentación por los socialistas de una moción de censura contra ella, moción que precisa de un mínimo de 10 diputados para poder ser presentada (el PSN tan sólo posee 9) y que para ser aprobada deberá conseguir la mayoría absoluta de la Cámara navarra (26 parlamentarios), lo cual requiere la suma de todos los votos de la oposición (IU, Aralar-Nabai, GeroaBai y Bildu) y un previo consenso de mínimos, iniciativa que tan sólo sería una maniobra de despiste consistente en insuflar en el electorado navarro la ilusión de la irrupción en el escenario político navarro de la posibilidad real de una alternativa a la derecha navarrista. Sin embargo, la larga sombra del Tejerazo de 1987 vuelve a cernirse sobre el viejo Reyno y el PP valiéndose del endemismo recurrente de la existencia de ETA y su filiación ideológica con Bildu hará imposible cualquier intento de instaurar un acuerdo de Gobierno PSN-Bildu, imposibilidad refrendada por el Ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, al declarar que “Navarra es estratégica para España porque ETA siempre ha tenido como objetivo la anexión a la CAV, por lo que todo lo que sea poner en cuestión o en riesgo la singularidad de Navarra, es de alguna manera, contribuir al objetivo que perseguía ETA”. Todo ello hipotecará el devenir político del viejo Reyno lastrado por la esquilmación de las arcas forales durante los sucesivos mandatos de Miguel Sanz y la entrada en números rojos de la Hacienda foral con una deuda estimada de 3.500 millones € para finales del 2014, no siendo descartable que tras la constatación por la sociedad navarra de la imposibilidad de instaurar un “Gobierno de Progreso en Navarra” alternativa al atavismo endémico de UPN-PSN, la futura Cámara Foral quede dividida en dos bloques antagónicos e irreconciliables que tendrá como efecto colateral una fractura social de resultados imprevisibles y que impedirá reeditar en la próxima década la frase de Shakespeare: "Navarre shall be the wonder of the world” "(Navarra será el asombro del mundo)”. *Germán Gorraiz López nacíó en Navarra en 1957. Escribe análisis sobre temas económicos y geopolíticos. Colabora, además de en Diario SIGLO XXI, en otros medios digitales españoles y latinoamericanos como Bottup, España Liberal, Libre Pensador, Socialdemocracia.org, Alainet , CubaNuestra, Plano-Sur.org, Entorno-empresarial.com, El Mercurio Digital y actualmente con TicoVisión (Costa Rica). Ganador del "Premio Estocolmo 2009" en la categoría de: “Política Internacional” |
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