Menu PrincipalNoticias NacionalesNot. InternacionalesColumnas
OtrosIniciar Sesión |
Compra: | 560,92 |
Venta: | 573,51 |
Costa Rica: Dicurso Señora Presidente ayer celebración Virgen de Los Ángeles - TicoVisión |
Publicado en 03/08/10 a 08:21:33 GMT-06:00 Por Administrador |
3 de Agosto de 2010 TicoVisión Por Emma Lizano T. Periodista Redacción.- Queridas y queridos amigos: Me siento profundamente honrada al compartir con ustedes esta tradicional y solemne festividad nacional. Saludo con afecto y respeto a nuestros señores obispos y a todos ustedes. Doy la bienvenida calurosa a Su Eminencia Reverendísima el Cardenal José Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Monterrey y Cardenal en México, quien bajo el manto protector de la Virgen de Guadalupe, Patrona de América Latina, comprenderá la intensidad secular de la devoción del pueblo costarricense por Nuestra Señora de los Ángeles. Hace trescientos setenta y cinco años, en este mismo sitio, tuvo lugar el hallazgo de La Negrita, la que desde entonces acompaña en su camino de fe al pueblo de Costa Rica. Aquella mujer, a la que Monseñor Sanabria dio el nombre simbólico de Juana Pereira, fue instrumento de la Providencia para hacer germinar una imperecedera devoción, parte consustancial de la cultura costarricense. Aquella mujer, oriunda del barrio más modesto de la pequeña ciudad de Cartago, se convirtió también en símbolo de lo que hoy es Costa Rica: una amalgama multicultural esencialmente democrática, unida también por su amor a una mujer, María, bajo la advocación de la Virgen de los Ángeles. ¿Qué le pediría Juana Pereira a la Virgen? No lo sabemos, pero sus ruegos no debieron ser muy distintos de los que le dirigen diariamente incontables personas dentro y fuera de Costa Rica: techo y alimento, salud y bienestar para sus seres queridos; capacidad para dar y recibir amor, fortaleza ante la adversidad y perseverancia para cumplir la voluntad del Señor en esta Tierra. Hoy, ante la piedra del hallazgo prodigioso de 1635, cada una y cada uno de nosotros es una Juana Pereira más, que viene a pedirle a la Patrona de Costa Rica su intercesión en los momentos de prueba o a darle gracias por su mediación. En cada corazón creyente hay una vivencia de fe y de reverencia ante la Virgen, que se acrecienta por la emoción de sentirla también Madre y experimentar en ella esa ternura y esa confianza que nos genera siempre el abrazo maternal. Como gobernante, pero también como madre, como creyente y como costarricense, le dirijo hoy una súplica especial a Nuestra Señora de los Ángeles para que nos ilumine y nos dé fuerzas en la tarea de alejar la violencia de nuestras escuelas y de nuestros hogares, pues en el seno de la familia y en las aulas es donde debe acuñarse la paz y la seguridad. Este país, a lo largo de las generaciones, se ha construido sobre tres cimientos: la familia, la escuela y la iglesia, y en cada uno de ellos hay una cuota de responsabilidad en la tarea de garantizar el aprendizaje en un ambiente de armonía y de respeto mutuo. Ante la trágica muerte de su madre doña Nancy Chaverri, directora del colegio Montebello, el conmovedor llamado de su hijo Luis Diego Lucar, con quien realicé parte de la romería el día de ayer, para que cese la violencia, representa una llamada de atención para toda Costa Rica. Ante un entorno problemático y vertiginoso, el anhelo de un país sin violencia debe materializarse en el valor ético de la responsabilidad, sin el cual la libertad se disuelve en libertinaje. Padres, madres, abuelos y hermanos, debemos redoblar esfuerzos para inculcar a la niñez y a la adolescencia valores de respeto, de ternura y de solidaridad. Todo lo cual supone una responsabilidad inexcusable de parte de los adultos. La incoherencia entre el discurso y el ejemplo, debe desaparecer para siempre de nuestras prácticas diarias. La violencia doméstica, la agresión contra las mujeres y los niños, el hogar convertido en escuela de perversión y de irrespeto, deben desaparecer de nuestro país. La violencia que no se previene en los hogares, se traslada a las escuelas. Es así como hoy las víctimas se encuentran también en el personal docente y entre quienes no pueden estudiar, en un ambiente de tranquilidad y de armonía, debido a la actitud agresiva de otros estudiantes, algunos de ellos amamantados en un ambiente de agresión verbal, física, psicológica o sexual. El Gobierno de la República, y el Ministerio de Educación Pública en particular, han visto con alarma esta situación. Están en marcha una serie de medidas para enfrentar este desafío, sin necesidad de convertir a nuestras escuelas en cuarteles ni de sustituir una violencia por otra. Pero es necesario que todas las personas pongamos de nuestra parte, tanto en el ámbito institucional como en el privado. Que las familias den formación y valores a sus hijos e hijas y apoyen al personal docente cuando procura corregirles en forma razonada. Que la niñez y la adolescencia aprendan de sus padres, de sus maestros y de sus compañeros las virtudes de la tolerancia, de la cortesía, del estudio y del trabajo. Que instituciones como la Iglesia Católica y todas las demás confesiones religiosas unan sus empeños y los redoblen para ayudar a recuperar espacios de paz en comunidades y en centros docentes. Que quienes nos hallamos en el Poder Ejecutivo, la Asamblea Legislativa, el Poder Judicial y otras instituciones, asumamos nuestra cuota de responsabilidad en el deber de poner fin a esta ola de violencia, que pone en peligro lo que los seres humanos amamos más: la niñez y la adolescencia, en cuyas ansias de vivir, vemos plasmado el futuro de nuestro país. El mes de agosto es el mes de la Virgen y es, a la vez, el mes de las madres en nuestro país. Por eso, hoy quiero dirigirme, de manera muy especial, a todas las madres de Costa Rica. A ellas, que como bien lo manifestó su Santidad Juan Pablo II, se convierten “en seno del ser humano…, guía de sus primeros pasos…, y punto de referencia en el posterior camino de la vida”. Para que asumamos con fervor esta cruzada en contra de la violencia. Las mujeres llevamos en nuestro seno una vocación de paz y somos un factor de entendimiento en la vida social. Es hora de que irradiemos con la fuerza de nuestras entrañas esa vocación a favor de la vida, que no permitamos que la violencia nos arrebate más a nuestras hijas y a nuestros hijos, cegándoles la vida y la libertad. Escribió una vez Monseñor Sanabria que la Virgen de los Ángeles era la Princesa de la Paz y no una diosa de la guerra. Hoy es un día propicio para pedirle que se manifieste como Princesa de la Paz en nuestros hogares, en nuestros centros educativos y en todos los rincones de nuestro país. Roguémosle a la Princesa de la Paz que nos dé fuerzas para actuar con valentía y vigor contra la violencia, la indiferencia y el desprecio a la vida. Que siga guiándonos para que retornemos, en romería sin tregua, a esos valores perennes que ella representa: el amor y la generosidad. Que siga bendiciéndonos, para que con el empeño de todas las personas de buena fe edifiquemos y consolidemos una Costa Rica de paz, de armonía y de fraternidad, siempre crecientes. Muchas gracias. |
(1115 leidos) |
Artículos por Administrador |
Comentarios de este artículo: |
Costa Rica: Dicurso Señora Presidente ayer celebración Virgen de Los Ángeles - TicoVisión | 0 Comentarios | Publicar comentario |
Los Comentarios son responsabilidad de los que lo publican, por lo tanto no nos haremos responsables de su contenido. |
No hay comentarios por el momento. |
|