de igual manera la ruta 32 notablemente entre Guápiles y Tibás merece una revisión de su diseño, en los años 1980 cuando se construyó, los planes de mitigación ambiental eran pobres y por eso fue una ruta abierta a pura dinamita, dejando laderas con cortes de 45 y de 90 grados que por la pluviometría de la zona (Bajo de la Hondura) son muy frágiles en época de lluvias.

Para otras regiones del país se requieren rutas de mejor calidad, por ejemplo, la ruta Limón- Puerto Viejo- Sixaola debe ser rediseñada ya que hoy día es una ruta donde las actividades de producción agrícola se han incrementado notablemente y a su vez son zonas que cuentan con valores escénicos excepcionales.

En el norte del país, en todo el eje que nos comunica con los cantones de los Chiles-Upala- Guatuso hay que vincular mejor toda esta región al desarrollo nacional. La idea de una ruta como la 1856 no es una mala idea, pero requiere correcciones significativas en sus trazos, no debe ser una ruta militar- defensiva debe ser una ruta para desenclavar pueblos que han permanecido al margen del desarrollo nacional y al margen de toda actividad económica.

Las rutas en la frontera sur, desde Sixaola hasta Peñas Blancas y Punta Burica, deben buscar una mejor integración con Panamá, ya que es necesario interconectar ambos países para el transporte de los bienes y mercancías que llegan a Panamá pero que van con destino al resto de los países centroamericanos.

Quizá, hasta la fecha  ha faltado una reflexión más profunda entre la vinculación rutas y desarrollo económico y social, podríamos decir que nuestras rutas han surgido por iniciativa de pobladores que abren trochas y detrás de ellos van los ingenieros carreteros, pero eso no siempre resulta conveniente, se requiere de una visión estratégica del sector carretero- vial- transporte y economía a nivel país.

Las soluciones en el valle central serán de alto costo en virtud de ser una zona de alta densidad y con serios problemas de congestionamiento. Volver los ojos hacia los proyectos de rutas interprovinciales e intersectoriales, de medios de locomoción nuevos como el tranvía, tren urbano, metro y buses acordeón ayudarán a facilitar esta tarea de recupera el rezago de al menos 75 años en materia vial en Costa Rica.

Todos estos planes deben ejecutarse partiendo de nuestra fragilidad ambiental y sabiendo que si estos proyectos no son ejecutados, las posibilidades de mejorar económicamente estarán realmente comprometidas.

Una nueva visión ingenieril, no ya de construir rutas, sino de tener la imaginación de vincular la tarea de construir que nos lleve a ver en varias direcciones: la calidad del transporte y el desarrollo social y económico del país.

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*  Dr. Guillermo Carvajal Alvarado: Catedrático en la Universidad de Costa Rica. Estudió Géographie et amémagement du territoire en University of Toulouse II – Le Mirail. Profesor en la Universidad de Costa Rica, en el Truman Institut Israel y en Utah State University. Alcanzó el rango de Catedrático Universitario. Ha publicado numerosos articulos y libros sobre temas sociales de América Central. Vive en San José, Costa Rica y es Gerente Propietario de Editorial y Librería Alma Mater.