“Parece que se ha perdido la consciencia del valor de la vida humana, parece que la persona no cuenta y se puede sacrificar a otros intereses. Y todo eso, por desgracia, en la indiferencia de muchos”, agregó.

Constató que a todos en la Iglesia tienen un deseo de paz y de estabilidad para Medio Oriente, además de la voluntad de favorecer la resolución de los conflictos a través del diálogo, la reconciliación y el empeño político.

Sostuvo que, al mismo tiempo, los cardenales quieren dar la mayor ayuda posible a las comunidades cristianas para sostener su permanencia en la región.

Recordó que como tuvo ocasión de sostener con anterioridad, nadie se puede resignar a pensar en el Medio Oriente sin los cristianos, que desde hace dos mil años confiesan el nombre de Jesús.

“Esta situación de injusticia exige, además de una constante oración, una adecuada respuesta también de parte de la comunidad internacional”, estableció.