ra los limonenses?! O ¿Es que los limonenses nos convertiremos como los guanacastecos, inquilinos en su propia tierra y observaremos pasivamente como los grandes empresarios se adueñan de todo?

Nos decían que el TLC era necesario, ya que este propiciaría la libre competencia de bienes y servicios y por consecuencia una mejora en la economía del país, lo que llevaría a generar un mayor empleo, reduciendo la pobreza. Si esto hubiese sido cierto ¿Por qué razón la tasa de desempleo abierto en Limón pasó del 5,3% en el año 2007 al  10,77%  en el 2013? (INEC-Encuesta Nacional de Hogares, años respectivos), esto quiere decir que actualmente hay cerca de 50 mil personas desempleadas en la provincia de Limón. Por lo tanto, no se puede creer en esa falsa idea de “desarrollo y progreso” que nos quieren meter hasta por los codos.

Claro que si va haber progreso y desarrollo, pero de seguro no será para los limonenses, este va a ser para los peces gordos, que acostumbrados a valerse de las necesidades de las personas y comunidades, se apropian de sus riquezas y solo devuelven migajas a sus habitantes.

La situación se vuelve peor con el evidente monopolio que el Gobierno le ha concedido a la empresa, APM Terminals. ¿Dónde quedó esa cuestión de la libre competencia? La negativa de no querer renegociar el contrato actual con esta empresa portuaria, se asemeja  al contexto de la discusión del TLC, cuando los del Sí, aseguraban que ya no se podía renegociar dicho convenio comercial. Lo que resultó ser falso.

Si bien es cierto, el contrato fue negociado y firmado por el anterior gobierno, ya esto es un argumento suficiente para desconfiar y entrar a negociar un nuevo acuerdo. Podrán decir que me guío por juicios de valor, lo cierto, es que teniendo como referencia la enorme corrupción que se suscitó en la Administración pasada, yo al menos no me la jugaría.

Hay que ser claro que aquí no está en juego la valides jurídica del contrato, nadie cuestiona eso. Lo que se cuestiona es el monopolio privado que se le está dando a esta empresa, lo que lógicamente llevaría a la quiebra a una institución como Japdeva, la cual históricamente ha cumplido con su misión de desarrollar la provincia del caribe, arrancarle el corazón a la Junta Administrativa de Desarrollo de la Vertiente Atlántica, para dárselo a manos privadas, significaría la ruina de todo un pueblo de riqueza natural y cultural inagotable.

Estoy seguro de que los costarricenses no queremos más trochas fronterizas, o carreteras a San Ramón, y carreteras a Limón (actualmente renegociándose) no queremos más contratos como los de crucitas, queremos un cambio y el cambio significa no cometer los mismos errores de las administraciones pasadas, mucho menos seguir con sus políticas entreguistas. Si no hay miedo al cambio, entonces ¿Por qué la negativa a renegociar dicho contrato?