España con la abdicación del rey Juan Carlos de Borbón tuvo una oportunidad de quitarse de encima esa vieja herencia de tantos siglos, hubo sectores que así lo visualizaron, el rey Juan Carlos un hombre decadente,  lleno de defectos,  nada talentoso y decrépito; sí, aquél que en una reunión de presidentes latinoamericanos con voz adormilada saliente de su imprevisto despertar mando a callar al difunto presidente de Venezuela y justamente porque interrumpía su sueño, producto de sus ardorosas escapadas en busca de aventuras sexuales.

Juan Carlos de Borbón es la continuidad del proyecto franquista, en ese entonces el pueblo no podía opinar, fue una negociación para terminar de saldar la guerra civil. Su abdicación era esa oportunidad dorado para echar mano a las reformas constitucionales y abolir de una vez por todas esa oprobiosa clase nobiliaria, ese quiste sobre una democracia en construcción, donde justamente la monarquía  es un obstáculo para el avance de las reformas que permitan una España más igualitaria en lo social.

Y aunque los pueblos son la mayoría, el peso de una prensa y de un sistema educativo aún conservador, levantaron las voces al lado de la iglesia medieval española para insistir en los méritos del rey dormilón, del rey cazador y asesino de la fauna, pues el decrépito viejo solía irse de cacería al mundo africano a terminar de exterminar la fauna, así de esa forma se ocupaba de los problemas de una España agobiada por una crisis profunda de los miles sin vivienda, de la quiebra de los bancos, de apartamentos y zonas preparadas para poblarse y que permanecen vacías como consecuencia de un sistema gerencial bancario lleno de activos tóxicos.

El viejo rey y sus malos hábitos, el  rey dormilón que solía salir de su palacete en cacería, ahora nocturna y en busca de sus aventuras sexuales, digno ejemplo de lo decadente que es la nobleza y estos reyezuelos.

Duele ver como un pueblo en medio de una crisis político-económica sin precedentes, no supo aprovechar esa ventana histórica que se les abrió para poner fuera del poder a esa clase parasitaria que ya por largos siglos se ha apoderado de tierras y de actividades comerciales lucrativas.

Ocasión oportuna para romper de una vez por todas con la monarquía pero, no siempre los pueblos ni las clases políticas están a la altura de sus tiempos.  Y bueno, consecuencia de de esa decisión seguirán con monarquía, con sus historias sórdidas  y con ese chupópteros de los ingresos y riqueza que crea un pueblo.

Todo lo cual me lleva a decir que al dejar enquistado el poder monárquico dentro de una reforma iniciada en 1976, le será aún al pueblo y a su clase política, una tarea muy difícil la de completar el proceso de democratización de sus instituciones.

Y por eso he preparado un óleo conmemorativo de mi admiración por el gobierno republicano y por quienes lo impulsaron y luchan y seguirán luchando por él. La pintura debe dejar testimonio de esas tragedias en que los son sedados por una clase política poco visionaria.  El óleo es un homenaje al republicanismo español te fuerte raigambre en América Latina. El pueblo portando el candelabro de la luz.

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*  Dr. Guillermo Carvajal Alvarado: Catedrático en la Universidad de Costa Rica. Estudió Géographie et amémagement du territoire en University of Toulouse II – Le Mirail. Profesor en la Universidad de Costa Rica, en el Truman Institut Israel y en Utah State University. Alcanzó el rango de Catedrático Universitario. Ha publicado numerosos articulos y libros sobre temas sociales de América Central. Vive en San José, Costa Rica y es Gerente Propietario de Editorial y Librería Alma Mater.