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¿Por qué los empresarios costarricenses no están padeciendo una crisis moral? - TicoVisión

Publicado en 02/03/15 a 08:21:01 GMT-06:00 Por Administrador

Los empresarios entienden que la disponibilidad de productos de diferente procedencia en el mercado nacional beneficia principalmente a los consumidores, y que el proteccionismo económico es el....

¿Por qué los empresarios costarricenses
no están padeciendo una crisis moral?

Por Pedro J. Solís
Filósofo

En los últimos días se ha argumentado, sin mayor fundamento, que los empresarios están arrepentidos de la apertura comercial que han promovido los tratados de libre comercio (TLC) suscritos por el país y, más bien, están clamando protección por parte del Estado. Nada más alejado de la realidad. Salvo casos muy aislados, los empresarios no se han quejado del libre comercio pidiendo restricciones estatales mediante la imposición de cuotas o aranceles a la importación de productos extranjeros.

Los empresarios entienden que la disponibilidad de productos de diferente procedencia en el mercado nacional beneficia principalmente a los consumidores, y que el proteccionismo económico es el principal enemigo de la libertad económica. Hasta el economista de moda Thomas Piketty se ha manifestado en contra del proteccionismo como salida viable ante las deformaciones del capitalismo. ¿Qué es lo que están pidiendo los empresarios, entonces? Lo que están pidiendo no va más allá de sus derechos, derechos que aplican para todos nosotros, a saber, la oportunidad de cualquier individuo de procurarse sus propios medios de subsistencia sin que esa oportunidad sea coartada por el Estado. Nótese que ese derecho puede ser regulado pero no coartado.

En ese sentido, el abogar por una reducción de impuestos a la electricidad o al combustible es perfectamente legítimo y oportuno (recuérdese que fue promesa de campaña del actual gobierno), incluso en el caso de que el desembolso de los costarri-

censes por tales bienes y servicios sea menor que el promedio de los demás países de la región, en especial si tomamos en consideración que gozamos de un mayor ingreso per- cápita. Pero además, en virtud del derecho antes mencionado, es perfectamente legítimo y oportuno que los empresarios planteen la posibilidad de participar, mediante iniciativa privada o público-privada, en la generación de energía eléctrica y en la refinación de los hidrocarburos. Esto vale aún frente al muy improbable escenario de que ello no conlleve a mejores y más baratos bienes y servicios para los consumidores. ¿Por qué?

Permítaseme explicarlo con una analogía. Verán, aún en el caso hipotético de que la población heterosexual, que es mayoría, no se beneficie de la legalización de las uniones del mismo sexo, es un derecho humano de esa minoría que el Estado garantice y no coarte ese derecho. Es, por tanto, un derecho humano de capital importancia que cada individuo pueda procurarse sus propios medios de subsistencia, más allá del estrato socio-económico al que pertenezca. Se desprende de lo anterior, que son injustificados y de mala fe los argumentos que un pequeño sector afín al estatismo ha esgrimido contra los empresarios en general. Los empresarios han demostrado, con ciertas excepciones (los grandes arroceros, por ejemplo), que están dispuestos a morir con las botas puestas. Eso lo deberíamos ver como una virtud más que como un defecto.