alguna amante. Porque más de uno trató de entrarle, pero nada. Tampoco era de visitar la ermita los domingos cuando el cura venía a dar misa, eso la hacía sospechosa de no ser creyente, o peor, de profesar otra religión. Todas estas especulaciones y maledicencias se estrellaban y perdían sentido cuando se les confrontaba con la escrupulosa responsabilidad con que llevaba su escuela y con la devoción con que enseñaba a los niños, que hacía que en todos estos años, de quejas, ninguna.

  Además, y esto pesaba, el pueblo había ganado notoriedad y atención porque Julieta, en las campañas electorales era visitada por los candidatos principales que sabían de su prestigio y su influencia entre los vecinos. A tomar un café de la zona, que es de calidad, y ella lo sabía chorrear, pasaron Luis Alberto Monge, Rodrigo Carazo, Pacheco, Rodríguez, Figueres el bailarín, Oscar Arias, poniendo cara humilde. En las elecciones recién pasadas Luis Guillermo estuvo ahí, y también José Maria Villalta, con quien se le vió conversar un buen rato. Nunca la diminuta casa de maderas pintadas tuvo una bandera, pero la gente que la visitaba para compartir su charla siempre amena, dice que en su cuarto, junto a la cama tenía una foto de ella muy sonriente abrazada con Villalta. Todo esto tenía sentido puesto que Julieta siendo siempre respetuosa a la hora de opinar, no ocultaba su malestar por como andaban las cosas y concluía, abiertamente lo decía, que iba siendo hora de cambiar.

  El choque contra la baranda de concreto de aquel puente truncó su vida. Al entierro, que se permitió que fuera junto a su diminuta casa en la loma, asistió todo el pueblo. No hubo quién se quedara sin hacerlo, y tampoco quién no derramara lágrimas de pesar. Esa vez entró a la ermita entre flores silvestres, que en San Juanillo son abundantes. Viejos, jóvenes y niños, cargaron su ataúd con caras compungidas, y se disputaron el derecho a echar su palada de tierra, de esa tierra que Julieta, bien se sabía, amaba de verdad.

  Esta historia, que puede sonar panfletaria, no es fruto de la invención premeditada, no, lo esencial de ella se inspira en el sueño que me acompañó esta madrugada, imagino, porque anoche en la tertulia con amigos, bebí un rico café de Naranjo.