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Unión Homosexual, nunca matrimonio - TicoVisión | ||||||||
Publicado en 15/08/10 a 09:30:33 GMT-06:00 Por Administrador | ||||||||
Para mí este respeto no es nada nuevo, como tampoco es nuevo que homosexuales deseen vivir juntos... 15 de agosto de 2010 | TicoVisión | Redacción - | Opinión | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento Unión Homosexual, nunca matrimonio Por el Lic. Julián Frech Ayub Iniciaré por mencionar que no estoy absolutamente y de ninguna manera en contra de la unión de parejas del mismo sexo, todo lo contrario, los respeto y defiendo su derecho a unirse con quien les venga en gana. También me uno en su acertada demanda de tener una figura legal para su unión, que defienda sus derechos gananciales producto de la misma, al igual que los derechos obtenidos por la unión de dos heterosexuales. Para mí este respeto no es nada nuevo, como tampoco es nuevo que homosexuales deseen vivir juntos, pues a pesar de haber nacido en una época dominada por el machismo radical practicado tanto por el hombre como por la mujer, ya existían los homosexuales y la unión en pareja de los mismos, y desde mi adolescencia aprendí a respetar su derecho, así como a observar que cuando una pareja homosexual se separaba, uno de los dos quedaba al completo desamparo para su supervivencia decente y estable derivada de lo producido mientras se convivía en pareja. Para transmitirles hasta qué grado mi tolerancia y respeto es de larga data, deseo contarles que en 1963, cuando tenía apenas trece años, entré a una pulpería en donde encontré a tres jóvenes con más o menos mi edad, burlándose y ofendiendo a un homosexual que allí se encontraba, se llamaba José, con el alias de “chepito”. Les llamé la atención varias veces haciéndoles ver su error, más sin embargo, mis palabras no fueron escuchadas y más bien empezaron a insinuar dudas sobre mi heterosexualidad. Sepa Dios de donde logré sacar la fuerza y agilidad suficientes para arremeter en contra de los tres a golpe limpio de puño. Nunca más se ofendió a Chepito al llegar a esa pulpería. Sin embargo, como dice el dicho popular: “no hay que confundir la amnesia con la magnesia”; a cada cosa se le debe llamar por su naturaleza representativa, y tampoco se debe abusar en el sentido contrario haciendo uso inadecuado de un derecho para usurpar un calificativo que ya tiene su significado definido desde milenios atrás y que forma parte de los derechos de otros, de los heterosexuales. Solamente podemos llamar agua al “agua” y tierra a la “tierra”, a nadie se le ocurre decirla agua a la tierra, o viceversa. La palabra matrimonio procede de dos palabras romanas: “matris” y “munio”. La primera significa “madre”, la segunda “defensa”. El matrimonio es la defensa, el amparo, la protección de la mujer que es la madre, el mayor y más sublime oficio humano. Entonces, la palabra “matrimonio” ya tiene significado intrínseco en su composición en latín, y no encuentro una explicación lógica para utilizarla en un tipo de unión distinta, así como tampoco encuentro esa explicación en el sentido de asociarla con algún derecho humano como tal. Los homosexuales, están desvirtuando o queriendo desvirtuar el significado de esta palabra basándose en el derecho de poder unirse, derecho que no les niego en ningún momento, pero que no tiene relación alguna con la palabra “matrimonio”. Si caben dudas, leamos a continuación la siguiente definición que no deja la menor asomo de vacilación al respecto: “La palabra matrimonio como denominación de la institución social y jurídica deriva de la práctica y del Derecho Romano. El origen etimológico del término es la expresión "matri-monium", es decir, el derecho que adquiere la mujer que lo contrae para poder ser madre dentro de la legalidad”. Noten queridos hermanos homosexuales, que en ningún momento me estoy basando (para defender la palabra “matrimonio”), en ningún concepto religioso (así que no culpen a “moros o cristianos”), sino que se trata de un concepto nacido en las raíces de nuestro Derecho Positivo y en concordancia plena con el Derecho Natural, que no podrá ser alterado por voluntad humana alguna, a menos de que en el futuro la ciencia altere el rol biológico de matris, asignado a la hembra humana para la reproducción de nuestra especie. Tampoco les estoy negando la unión legal que respaldo 100% Sin embargo, deben ustedes pensar en crear su propia palabra y vigilar que a la misma se le otorguen exactamente los mismo derechos. Deseo serles tan franco como siempre he conducido mi vida y manifestarles que, ante su insistencia de utilizar la palabra “matrimonio”, no parece llevar únicamente el deseo de tener derechos iguales que los heterosexuales, sino más bien el de presentarse como un poder con capacidad de burlarse de lo ya establecido. Diariamente, miles de parejas heterosexuales pertenecientes a diferentes a las más diversas religiones, sectas, grupos étnicos, políticos y sociales, contraen matrimonio en todo el mundo. A ninguno de ellos los vemos propagandizarse besándose públicamente ante las cámaras cual si se tratase de una apología sistematizada de sus opciones o preferencias sexuales. En toda democracia verdadera, las minorías tienen el derecho de existir, de asociarse, de promover y divulgar sus formas de pensar y establecer el estilo de vida que mejor estimen conveniente para alcanzar su felicidad, siempre y cuando estas prácticas no vayan en contra del bien común. Las minorías tienen sus derechos, pero mi derecho termina donde comienza el del prójimo. Los políticos y los jueces, por otra parte, sean homosexuales o no, deben actuar con mayor responsabilidad. Muchos de ellos, por estar a tono con la onda “progre”, que va en contra de lo establecido, solo por que está de moda, toman decisiones por cálculos meramente clientelistas de corto plazo, sin pensar en el grave daño social que sus actos puedan ocasionar a las futuras generaciones. ¿O es que acaso las sociedades europeas han construido un modelo de familia ejemplar, digno de imitar? Así que, los invito a recapacitar y a defender sus derechos “legales, ciudadanos, sexuales etc...” sin hacer tanto carnaval que desvirtúa su verdadero propósito. Derecho de las minorías sí, pero sin lesionar el derecho de las mayorías. |
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