---

La raíz de un problema que sostienen muchos



      El narcotráfico es un delito contra la salud pública, la estabilidad democrática, la paz y el estado de Derecho. El ansia de dinero obtenido por la comercialización de drogas naturales o sintéticas, ya sean estupefacientes, psicotrópicos y de cualquier otro tipo, deja una estela de dolor y destrucción en las familias y en las naciones, así como una economía paralela sumamente volátil y que no se sustenta en la productividad de los países, riquezas fingidas, precios inmuebles exorbitantes y prestigios de doble cara.

      Es un cáncer invasor que se filtra en las esferas políticas, judiciales y sociales, y que pone en agonía a los países que han permitido por décadas su avance, en vez de extirparlo desde sus raíces. Un claro ejemplo es México, donde, en lo que va del año, los carteles de la droga han asesinado a 12 periodistas de un total  de 7.000 crímenes.

      El narcotráfico o crimen organizado es un delito universal, y, por consiguiente, la lucha compete a cada uno de los países, a los grandes consumidores, los productores y los que de una u otra manera prestan su territorio para el trasiego de narcóticos.

      Las naciones consumidoras de estupefacientes tienen una gran cuota de responsabilidad, porque no hay oferta sin demanda. Estados Unidos consume el 50% de la cocaína producida en Sudamérica. De ahí que los carteles utilicen sin piedad alguna a Centroamérica y México para llevar esa droga a los estadounidenses.

      Costa Rica no ha escapado de este flagelo, prueba fehaciente de ello son los decomisos de toneladas de droga y los constantes crímenes  relacionados con el narcotráfico, reconfirmado por el anuncio del presidente de  Estados Unidos, Barack Obama, de que nuestro país está en lista de los países de mayor tránsito.

      El panorama es clarísimo, lo que parece no estar claro es la forma de combate de este estigma que carcome todos los ámbitos de la sociedad, y que por su complejidad requiere un abordaje desde distintos frentes; no basta la represión ni la legalización de las drogas. El enfoque es holístico, porque es obvio que el narcotráfico no funciona sin sus “conexiones” y sin una buena  dosis de demanda.

      La pobreza es caldo de cultivo para la intromisión del narcotráfico. Es fundamental la voluntad política de los gobiernos para acabar con la miseria y la desigualdad social.

      No hay enemigo poderoso si hay unidad nacional, pero para que esto se dé es imperativo arrasar con la corrupción en todos los niveles. El arma más poderosa del narcotráfico es la compra de conciencias y los subterfugios para inducir a nuestros niños y jóvenes al consumo, es decir, al producto final.

      El papel de la educación es fundamental. Se requiere una evaluación de lo que se ha hecho en este campo, sus fortalezas y debilidades, con la participación de equipos multidisciplinarios, y emprender una campaña permanente, empezando desde la etapa maternal. No se trata solo de memorizar eslóganes, sino encauzar la estrategia hacia la formación de un ser humano más solidario, espiritual y patriota.

      El trabajo es arduo y desafiante, pero vale la pena. ¡Extirpemos este cáncer desde su raíz!

---