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El Presidente del Ecuador, Rafael Correa, según su currículum vitae, tiene en su haber un Doctorado en Ciencias Económicas por la Universidad de Lovaina, Bélgica, prestigiado centro de educación superior del mundo entero y otros en la Universidad de Harvard, Estados Unidos. Suficiente bagaje intelectual para desempeñar con éxito el delicado cargo que le confiaron las masas ecuatorianas. Pero sus veleidades izquierdistas lo han llevado a proceder contra los conocimientos adquiridos en tales centros de enseñanza superior, descuidando la bienandanza de la economía de su país, convirtiéndose en un vulgar peón al servicio incondicional del castro-chavismo.

¿Qué complejos de inferioridad afectan al gobernante ecuatoriano para llevarlo a comportarse de esa manera? Sus compatriotas le señalan varios, llegando inclusive a criticar su comportamiento ante el género opuesto, ya que nunca se le mira en ninguna fotografía acompañado de mujeres, sean su esposa o miembros de su gabinete de gobierno. Toda su actuación política se centra en profundizar el neo comunismo o socialismo siglo XXI, suma de disparates que promueve el dictador venezolano, Hugo Chávez Frías.

Es un hecho cierto e incontrovertible que los agentes de la autoridad legítimamente constituida en el mundo entero se encuentran mal remunerados, y que ante los retos que conlleva la globalización del crimen organizado, cada día corren mayores riesgos. Resulta, entonces, una provocación, enviar proyectos de ley al Poder Legislativo para que les disminuyan los beneficios de que disfrutan los policías, los que como es lógico reaccionan violentamente cuando les tocan los escuálidos ingresos con que deben sobrevivir, lo mismo que sus familiares. En otras palabras, los estimulan a incurrir en la corrupción, haciendo su verdadero sueldo en las calles, a expensas de los ciudadanos que tienen la obligación de proteger, tanto sus bienes como su integridad física.

Pero Correa incurrió en ese error garrafal, interpretado por las fuerzas del orden ecuatorianas como una provocación carente de fundamento racional alguno. Esto explica los movimientos y protestas en los cuarteles de la policía ecuatoriana, los que rechazaron con espíritu de cuerpo tales medidas que pretenden sumirlos en una miseria mayor de la que ya tienen. Inclusive, una compañía de soldados de la respectiva fuerza aérea respaldaron a los policías y se tomaron el aeropuerto "Mariscal Sucre", de la capital del Ecuador, Quito, el que se mantuvocerrado al tráfico nacional e internacional de aeronaves.

Procediendo conforme las recetas de los manuales izquierdistas, las que nunca pierden su vigencia, tanto Correa como altos funcionarios de su gobierno han estado declarando que la protesta de las fuerzas del orden respondieron a maniobras de desestabilización política, constituyendo el embrión de un posible golpe de Estado, orquestado por las fuerzas siniestras del imperialismo transnacional. Correa se mantuvo refugiado en el Hospital de la Policía de Quito, desde donde hizo llamados a las fuerzas militares para que apuntalaran a su régimen.

En esta coyuntura, no ha demostrado capacidad de reflexión política ni de análisis de la situación a que lo ha llevado su insensato sometimiento a los caprichos del chavismo. No convoca a un diálogo nacional para buscarle una salida dentro de los parámetros constitucionales a la grave situación por la que atraviesan millones de ecuatorianos, incluyendo a los legítimos representantes de las fuerzas del orden, a los que podrían sumarse en cualquier momento batallones y regimientos enteros de las fuerzas militares.

En la ecuación de sometimiento de su país a las fuerzas siniestras y tenebrosas del castro-chavismo, Correa no ha incluido el factor de que el "hambre es partera de grandes revoluciones". Hace constantes llamados al estamento militar para que acudan en su ayuda y responde con medidas de fuerza, como es el establecimiento de la Ley Marcial en todo el territorio ecuatoriano. La gran agitación interna que hay actualmente en el Ecuador, responde única y exclusivamente a motivaciones locales, las que se encontraban en situación de hibernación, pero ya están despertando.

Como era de esperarse, los gobernantes izquierdistas del continente americano y del mundo entero han reaccionado pronunciándose en abierto respaldo al nefasto régimen de Correa. Hugo Chávez, ha vociferado contra los legítimos reclamos de las masas ecuatorianas y de las fuerzas del orden. Todo lo atribuyen a conspiraciones externas, olvidando que en este caso el principal desestabilizador es el propio Correa. El social imperialismo chavista, ejercido a través de la ALBA, corre el riesgo de perder de un momento a otro uno de sus principales socios.

El reconocido testaferro de Hugo Chávez y de sus marionetas de la ALBA, José Miguel Insulza, en su carácter de Secretario General de la OEA, convocó a los representantes de los Estados miembros a una reunión de urgencia, para analizar la situación ecuatoriana. Mientras tanto, no hace nada ante los continuos golpes de Estado que constantemente asesta, Daniel Ortega Saavedra, al ordenamiento jurídico de Nicaragua, sus instituciones, el Estado de Derecho y la institucionalidad democrática, preparando las condiciones necesarias y suficientes para que un grupo de diputados mercenarios reformen la actual Constitución Política y le permitan la reelección por los períodos que estime convenientes, hasta completar el saqueo de todos sus recursos y riquezas.

Correa se aferra con uñas y dientes al poder absoluto, irracional, confirmando una vez más que carece por completo de los atributos del verdadero liderazgo político. Es incapaz de transformar las aspiraciones colectivas de sus compatriotas en programas concretos de gobierno que generen fuentes de trabajo y faciliten el acceso de los más humildes a la salud, la educación y la vivienda. Todo su quehacer político se refiere a profundizar los lazos de dependencia estructural que tiene con el dictador de Miraflores, Hugo Chávez, al que cada vez le disminuyen los recursos de su chequera para auxiliar a sus marionetas en casos de conflictos internos.

Aún cuando Correa logre superar por completo la presente situación con el concurso de militares que forman parte de su círculo privado de poder y que reciben granjerías y sinecuras de la chequera chavista, se encontrará ante situaciones cada vez más conflictivas. Asimismo, la ALBA está experimentando en estos momentos los efectos de un poderoso terremoto, mayor que el experimentado en Honduras con Mel Zelaya.

Cuando los militares o los policías le asustan los porotos a un gobernante de la catadura de Rafael Correa, quedará viendo de por vida conspiraciones de toda clase. Extremará la represión interna y la dependencia externa del castro-chavismo. Sus días quedarán contados en la Presidencia del Ecuador.

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