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La avalancha de contenidos reorienta la educación - Isabel Umaña - TicoVisión |
Publicado en 05/10/10 a 06:59:19 GMT-06:00 Por Administrador |
05 de Octubre de 2010 TicoVisión Por Isabel Umaña Periodista Formar más que informar es la base de la enseñanza-aprendizaje. Con la llegada de Internet este concepto cobra más fuerza y constituye un reto para el docente, sea de primaria, secundaria o universidad. Pero, ¿cuál es el papel del educador? El profesor es un guía, que utiliza su experiencia, sus vivencias, sus conocimientos para introducir al pupilo en el mundo del análisis, de la interpretación de los hechos y construir plataformas desde las cuales el alumno aprende a seguir aprendiendo. Retomemos la palabra conocimiento. Nos encontramos en la era de la información y de la desinformación; nadie puede alegar desconocimiento. Los datos pululan en la Web 2.0, y el estudiante puede estar más o igual informado que el maestro. El contenido está al alcance de la mayoría de personas, nos hemos apropiado de él a través de Internet; la educación virtual está cobrando fuerza; es decir, podemos aprender desde la comodidad de la casa o donde quiera que estemos lo que se nos antoje. El conocimiento del docente y del alumno se traslapa, la relación es horizontal, donde ambos interactúan, comparten e incluso aprenden mutuamente; son uno solo frente a una avalancha de contenidos. El buen pedagogo logra que el estudiante lleve el conocimiento a la práctica, se apropie de él y genere el ambiente para que siga aprendiendo por sí mismo. La mirada de la educación es holística, forma seres humanos integrales. Aquí entra el papel preponderante del profesor. No se trata de insertar en nuestras mentes un chip plagado de contenido, induciéndonos a actuar como autómatas. No somos máquinas, ni números ni cosas, somos seres humanos que tenemos que entender el mundo circundante y nuestro propio mundo, nuestra historia personal, y desde esa perspectiva aprender vividencialmente a discernir entre lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo, los valores y los antivalores, lo real y lo ficticio. El producto final de la educación es formar ciudadanos con inteligencia emocional, con ética, capaces de trabajar en equipo, solidarios, con un proyecto de vida, con sensibilidad social; o sea, un darse cuenta de que somos seres humanos interactuando con seres humanos, no con números, ni con iPads o con cualquier tecnología de punta. Para el investigador colombiano Daniel Beltrán Amado las tecnologías no garantizan la formación integral de los sujetos; se forman seres humanos a través de los humanos. En ese proceso educativo filantrópico estamos incluidos los periodistas, ese periodismo independiente, ético, responsable socialmente. Ese periodismo humano contrapuesto al periodismo (si es que así se le puede llamar) sensacionalista, light, comercial, el que convierte la noticia en un espectáculo, el que se lucra del dolor humano. ¡Férrea tarea deben asumir los pedagogos y, en especial, los formadores de formadores! |
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