Redacción.-Como una triste maldición, el drama en mi Nicaragua continúa y todo parece indicar que la historia de vergüenza se vuelve a repetir. Por un lado, Ortega con su pretendida reelección y por el otro, Alemán con su maratónica postulación prematura, que no respeta ni toma en cuenta las recomendaciones de las organizaciones que componen la sociedad civil nicaragüense, donde se aglutinan académicos , sindicalistas y ex funcionarios de gobierno. Aun mas, Alemán en su soberbia, ni siquiera atiende la voz moralmente autorizada de los guías espirituales de la Conferencia Episcopal de Nicaragua.

Valientes candidatos. Cada uno con su hoja de vida oscura, llena de vergüenza para todos los nicaragüenses. Sus intenciones son claras: seguir saqueando el erario público en medio de la interminable cadena de pactos y re pactos a través de los cuales Alemán y Ortega  han desafiado la ley de la gravedad. Líderes políticos con la trayectoria y delitos que se han imputado a estos dos magníficos ejemplares de nuestra zoología político-social, estarían hundidos en países donde funciona, por lo menos, la ley de la gravedad; es decir, en aquéllos donde las malas acciones bajan y donde la Ley es una realidad con peso, no papel que se lo lleva el viento para favorecer intereses personales y partidarios.

Ninguno de los dos, ni Ortega y Alemán, tienen autoridad moral para postularse nuevamente. Es mucho el daño que ambos  le hacen a Nicaragua con sus actuaciones totalmente censurables y condenables. Ellos merecen tener cárcel de por vida por todos los delitos que cometieron y están cometiendo en contra de Nicaragua y los nicaragüenses.

El mundo nos observa lleno de asombro ante tantas canalladas que se hacen todos los días en Nicaragua utilizando los métodos más bajos y oscuros, todo por cumplir las ambiciones desenfrenadas de dos caciques y su pequeña corte de serviles que medran bajo su sombra.

El pueblo de Nicaragua no aguanta mas y tras su silencio y aparente indiferencia, se gesta un sentimiento de rebelión, un estallido social cuyas consecuencias nadie puede predecir. Es momento de reflexión, pero sobre lo que suceda, serán Ortega y Alemán los principales responsables de lo que pase en Nicaragua.

Las próximas elecciones son una oportunidad de renovar liderazgos. Para ello se necesita el protagonismo de caras nuevas. Triste sería confirmar a las dirigencias desgastadas, causantes del marasmo actual en que nuestra sociedad está sumida. Nicaragua merece algo mejor: líderes con ética, con principios, con moral.

Como nadie puede dar de lo que no tiene, los delincuentes que están en el poder dicen que eso es utopía, porque el ladrón no puede concebir que se pueda vivir de otra forma que no sea robando, pero otras sociedades en el mundo nos han demostrado lo contrario. Necesitamos dirigentes que restauraren los pilares de la sociedad nicaragüense, que nos devuelvan la dignidad y abran un horizonte de esperanza. Pero para eso se necesita también un pueblo con moral y conciencia, capaz de exigirlos.