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Inaceptable e injustificable agresión a periodistas en Costa Rica

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San José.- La acción que aprecié a través de los canales 6 y 7 de televisión sobre la tremenda agresión por oficiales del GAO a periodistas y camarógrafos de ambos canales, es un cuadro “dantesco” digno producto de regímenes militares dictatoriales, y que deben ponernos seriamente a reflexionar sobre el camino violento que llevamos como consecuencia de nuestra preocupación por combatir al “Crimen Organizado”.

El temor que llevan los policías, el incremento de la adrenalina ante ese temor, y la predisposición a encontrar lo peor e inimaginable en un allanamiento o persecución de criminales, es una reacción normal en una labor de esa naturaleza, sin embargo, el entrenamiento previo de esos oficiales está orientado a conocer cuál es el objetivo para no incurrir en lo que mal se llaman “daños colaterales” o repercusiones circundantes a una acción violenta y/o contra la violencia.

Por otro lado, el periodismo en algunas ocasiones puede ser obstáculo para una efectiva captura de delincuentes, pues las cámaras pueden poner sobre aviso a través de la televisión, a los delincuentes, y por lo tanto provocar su fuga previa a la correcta posición de los oficiales. Para evitar este inconveniente, debe siempre prevalecer la comunicación entre los organismos policíacos y los periodísticos, y actuar coordinadamente.

Ahora bien, voy a suponer que los colegas de los canales 6 y 7 (extraño pero supuesto), incurrieran en algún incumplimiento a lo dispuesto por las autoridades, ello nunca… y repito ¡nunca!, debió ser objeto de una acción violenta y con saña (como la reflejada por algunos oficiales ante las cámaras), por parte del organismo policial y en contra de quienes cumplían con su deber de informar a la población. Vivimos en un país de derecho y no en la jungla donde priva la “ley del más fuerte”.

Los actos cavernícolas, así como la malicia reflejada por algunos oficiales, principalmente por aquél que disfrutaba ver que un periodista tenía miedo, y le retaba verbalmente a hacerle ver que estaba asustado, con una actitud prepotente, humillante y una mirada psicopática, me obliga a sugerir a las autoridades superiores de dicho organismo (GAO), que revisen y revaloren los perfiles psicológicos de todos sus oficiales, pues algo no anda bien.

Conozco personalmente a don Walter Navarro, conozco sus grandes cualidades y calidades humanas, conozco su sentido de justicia y responsabilidad; paralelamente a su gran preparación profesional, y ello me da la seguridad de que el hecho se investigará profunda e imparcialmente. Sin embargo, sea cual sea la resultante de dicha investigación, no cabe manera alguna de justificar lo visto y escuchado a través de las cámaras de televisión.

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