Estamos acostumbrados a que los terremotos en Japón no tengan ningún efecto sobre la vida de sus ciudadanos, pero en esta ocasión ni la preparación nipona hacia estos sucesos ha podido librarla de los terribles efectos de este seísmo.

Este seísmo el mayor en 140 años de la historia del país ha dejado múltiples consecuencias como los cientos de incendios que se están produciendo por todo el país.

Algunos de estos incendios son de gran gravedad como el de la refinería de Ichihara que está siendo de magnitudes bíblicas, o el preocupante incendio de la central nuclear de Onagawa, que tiene en alerta al gobierno japonés por riesgo nuclear.

Por otro lado, las autoridades de la prefectura de Fukushima, donde la Compañía de Energía Eléctrica de Tokio tiene una planta nuclear, han asegurado que el sistema de refrigeración del reactor sigue funcionando, desmintiendo así una información anterior que indicaba lo contrario.

Según la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), las cuatro centrales nucleares japonesas más próximas al lugar del mar donde se ha producido el seísmo han sido cerradas por motivos de seguridad.

Los trasportes se han visto afectados ya que se han cerrado todos los puertos marítimos del país y las líneas de ferrocarril han sido cortadas

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