Primero me dijeron que me ayudarían a concertar una entrevista con la persona indicada y en un principio me hablaron del ingeniero Marco A. Rojas.

Después de tres días de espera volví a llamar y me dijeron que la entrevista estaba en trámite; luego de cinco días llamé y  me dijeron que el señor Rojas se comunicaría conmigo, situación que nunca se dio, desde luego.

Llamé entonces al señor Rojas y me dijo muy amablemente que él no podía, por reglamento, facilitarme la información.
Volví a llamar a prensa y me aseguraron, de nuevo, que estaban tramitando la entrevista. A esta altura ya llevaba una semana de espera.

Intenté, sin éxito, contactar al director ejecutivo del CONAVI, ingeniero Carlos Acosta y su secretaria Roxana Soto, de nuevo, con mucha amabilidad, me dijo que era Marco A. Rojas el que debía facilitarme la información.

Entonces volví a llamar a prensa y hablé de nuevo con María Camacho y Lidia Castillo, y esta vez Camacho me dijo que el señor Acosta me daría una cita, cuando le pedí que me precisara cuándo, no supo decirme. Ya molesto le pregunté si así trataban a todos los colegas, incluidos los de los medios diarios como La Nación o Canal 7.
Para mi sorpresa, la periodista Camacho me colgó el teléfono. Sí, literalmente me colgó.

Volví a llamar y solo obtuve respuesta de la contestadora. Como mi deber es buscar la información con la fuente autorizada, volví a llamar a la secretaria del señor Acosta y ella me reiteró que era con el departamento de prensa con el que debía conversar para poder obtener la información. Nótese que mi solicitud iba dirigida a lograr información de corte público, no procuraba hacerme con ningún secreto de Estado.

Le pregunté a la amable secretaria qué debía de hacer para que me atendieran y ella entonces consultó de nuevo a prensa. Mientras mi llamada estaba en espera, en prensa le aseguraron que harían las gestiones para que el señor Carlos Acosta, director ejecutivo del CONAVI, me atienda. ¿Cuándo? No saben. ¿Cuánto tiempo? Tampoco saben.
Si alguien ha tenido dificultades para entender a F. Kafka, esta sería una manera lícita de entrenarse para adentrarse en las densas páginas de El Proceso.

Les digo que jamás me había topado con un laberinto como el antes descrito, ni cuando trabajé en La Nación, ni en la Agencia EFE (la agencia española de prensa), ni en Inter Press Service (IPS) o en el Semanario Universidad.

¿Tratan así a todos los periodistas en el CONAVI? ¿O me tratan así porque llamé en nombre de un medio regional? ¿O es que el mal de la platina dejó de ser un problema del puente sobre el río Virilla para convertirse en un mal nacional?

Les juro que esto es peor que la platina y lo único que pretendía era informar a los lectores de EL JORNAL, un medio que circula en Acosta, Aserrí y Desamparados, de qué pasará con un hundimiento donde incluso hace 15 años, producto de un derrumbe similar al de octubre de 2010, una humilde familia acosteña de seis integrantes perdió la vida, incluidos dos niños de tan solo unos meses.