Bengasi es la segunda ciudad más importante de Libia y el auténtico bastión de los rebeldes. Aquí no se puede ver a ninguna persona afecta al régimen de Gaddafi y todo lo que se ve son banderas del tricolor que representan a la revolución y precisamente era de la época anterior a Gaddafi. Como cada viernes los musulmanes celebran su ritual más importante, lo que para los católicos se puede considerar el domingo. Aquí la prédica tiene un alto contenido político y muy diferente al de los últimos cuarenta y un años. Estos días se pide a los soldados de las tropas de Gaddafi que dejen el frente y se sumen a la revolución.

Sin embargo, a 250 km de aquí la situación es mucho más complicada. Ahora mismo es en la ciudad de Brega donde se está llevando la batalla principal entre las tropas de Gaddafi y los rebeldes. Y es que ahí es un lugar estratégico, porque en esa región es donde se extrae el petróleo que representa para Libia el 95% de las exportaciones y un tercio del Producto Interior Bruto. En los últimos días los rebeldes han tenido que retroceder y la gente en Bengasi pide ayuda a la OTAN.

"El poder de las tropas de Gadafi y de nuestras fuerzas es incomparable. Por lo tanto, no creemos que podamos obtener éxito sin el respaldo de la comunidad internacional. Claro que ante todo debemos contar con nuestra gente. Pero el respaldo de la OTAN ahora es muy importante para nosotros”, cuenta el empresario Ezeldin El Tarhuni.

Sin duda, otro de los asuntos importantes hoy es la injerencia o no de los países que están aportando y ayudando a los rebeldes y hasta qué punto deben ayudarles, porque no se sabe si la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU puede y da una seguridad de poder mandar armas a las personas rebeldes. En todo caso, algunas personas que se manifiestan aquí sólo ven dos soluciones.

“La situación se puede resolver sólo de dos formas: o bien acaban con ellos las fuerzas internacionales, o bien nos arman y acabamos nosotros con ellos”, dice Farag El Migrahi, un profesor.

Sin duda, la situación que se vive en Libia después de 45 días es muy compleja y, como dicen aquí, es impredicible. Se sabe cómo empezó todo, pero no cómo va a terminar.