ascenso y movilidad social y con una convivencia segura; misma que hoy está amenazada, un día sí y otro también, por la violencia, por la corrupción, por el narcotráfico y por la estrechez económica y el proceso sistemático de empobrecimiento que vive, especialmente, la otrora clase media, baluarte de la credibilidad en la misma democracia.

Es así que el éxito de un directorio legislativo de oposición, pese a lo variopinto de su misma composición, dependerá en gran medida de eficaces decisiones para sostener diálogos sociales con negociación colectiva con aquellos amplios segmentos de la sociedad civil y patriótica que, de manera reiterada, vienen sosteniendo una prolongada resistencia al desmontaje (ya en franco avance, dolorosamente), de lo que hemos conocido como el Estado Social de Derecho con su fructífero legado de promoción del bien común; mismo que se había materializado hasta la llegada al país de los planteamientos de la ideología neoliberal del Consenso de Washington, con su lógica de TLC’s incluidos.

Son muchos los temas álgidos de la agenda nacional, de enorme interés para la otra oposición, la de la sociedad civil y patriótica que aspira a que, al menos, se emitan leyes y políticas que atajen el pernicioso crecimiento de la desigualdad.

El clamor es fuerte por una participación activa y efectiva de la gente y sus legítimas organizaciones, habida cuenta de la gran cantidad de propuestas alternativas formuladas en los últimos años para la construcción de una Costa Rica inclusiva y solidaria; planteamientos éstos invisibilizados totalmente por la hegemonía política dominante a lo largo de los últimos gobiernos y que todavía está en el control del poder en el país.