administración de sus hogares, con frecuencia tienen mejor disposición para involucrarse en los grupos voluntarios de la comunidad, lo cual no siempre es plenamente valorado y reconocido.

Concluyeron también en que la equidad de género y los principios de reducción del riesgo son una oportunidad para el cambio y la reorganización política, de tal manera que permitan a las mujeres oportunidades significativas para su participación en la planeación de un futuro más resistente a los desastres.

Dijeron además, que las organizaciones comunitarias de mujeres pueden participar en el desarrollo de sus propios planes de preparación y mitigación junto con los hombres de la comunidad.

Es necesario, indicaron, reconocer que las mujeres no son víctimas pasivas de los desastres, sino sobrevivientes cuya participación también como líderes y negociadoras es fundamental en todas las fases de la gestión integral del riesgo.

Por último, afirmaron que es fundamental identificar las experiencias de las mujeres en los desastres y apoyar sus contribuciones en los sistemas de alerta temprana oficiales, e informales de preparación en la casa, en la escuela, en la solidaridad comunitaria, en la recuperación socioemocional inmediata y a largo plazo, en los cuidados a la familia extensa.

Este Taller revisó los compromisos adquiridos y delimitó las medidas necesarias para la aplicación de políticas de género y derechos humanos y convó a los responsables de la aplicación de las políticas del sector vinculados al Eje número uno, del Plan Nacional para la Gestión del Riesgo 2010-2015.