Por lo tanto, me extraña, como a estas alturas, España, la pionera en el experimento de abrir fronteras, sigue emitiendo visas en sus Consulados en Rusia, cuando bien pueden, con los adelantos de la ciencia, diseñar un modelo de Tarjeta de Turismo, que contenga los datos personales a través de barras electrónicas de seguridad, más eficientes que los mismos pasaportes, ya que de estas tarjetas se podría separar una especie de Carnet de Identidad, que el turista llevaría consigo y le serviría para conseguir descuentos en almacenes, restaurantes, etc., el cual, al ser pasadas por un equipo lector de datos, como se hace con las tarjetas de crédito, la información llega a una central de datos, donde podrán ver si el portador esta dentro del límite de tiempo otorgado en la Tarjeta. Lo que no se puede hacer con las visas.

Este mismo tipo de tarjeta podrían utilizar varios países que tienen todavía el engorroso sistema de visas, ya que además de darle al visitante, un documento de identidad, los gobiernos pueden ejercer un control, prácticamente invisible, pero practico.

Aunque el titulo dice que “Viajar es un Derecho”, este “derecho” se pone cada día más costoso, en especial por las restricciones que están aplicando las líneas aéreas. En los vuelos internacionales, solo se permite una maleta y un maletín de mano. Si lleva mas, hay que pagar extra. En vuelos de dos horas de duración, dan agua, jugo o café, ya no hay ni semillas para distraer el estomago, así que el pasajero tiene que comer antes del viaje en los aeropuertos, lo cual es un costo extra. En los viajes domésticos, hay que pagar extra por cada maleta, así que tenemos que aprender a viajar liviano, como hacen los europeos.

Los atrasos de los vuelos, cada día más comunes, causan gastos extras y cuando es de varias horas, se les está quitando a los viajes, el viejo “glamour”, ya que un viaje de 5 horas, se puede convertir en 20, lo cual es cansado y fastidioso. Tuvimos esa experiencia en el vuelo de Managua a Philadelphia. Por lo tanto, hay que usar más los trenes y los autobuses en países donde estos medios son eficientes y además confortables.

En mi último viaje, experimente un gesto de los unos de los encargados de la seguridad, lo cual le da al viaje, un toque simpático. Al pasar el aparatoso sistema de seguridad de los aeropuertos, donde casi te desnudan, se me extravió la tarjeta que indica que en mi cuerpo hay un “marca-pasos”, de lo cual di cuenta al salir. Reclame y me dijeron que iban a buscarla y que me la enviarían por correo. Durante todo el proceso me atendió una amable inspectora, que me prometió que ella, personalmente, me la enviaría y cuál fue mi sorpresa, que al siguiente día, me llamo al celular, para  decirme que la habían encontrado y que personalmente la llevaría al correo. Final, tengo la tarjeta, lo cual me confirma de que todavía hay cortesía y buena voluntad en los servidores públicos, por lo menos del Aeropuerto de Miami. Moraleja: Hay que reclamar, pero con amabilidad.

En los viajes siempre hay sorpresas, algunas agradables y otras no, pero en este he tenido suerte. Caminando por los corredores de una de las estaciones de trenes urbanos de Philadelphia, oigo que alguien me llama y veo enfrente a un viejo amigo, Vicenzo, ausente por años. La casualidad es que tanto él como yo, ya no residimos en Philadelphia. El en Bari, Italia y este servidor, en Managua y justamente esta semana, coincidimos  y a unos pasos donde el tenia su Salón, ya que era Barbero. Estas agradables sorpresas, son las que nos hacen sentir que el mundo es pequeño y que solo viajando podemos apreciarlo.

No dejen que los atrasos y los inconvenientes les desanimen, viajen, visiten sus pueblos. Los viajes rejuvenecen.

Hasta la próxima semana desde New York con EL ARCHIVO CL.