pertenece a un pasado ‘’feliz, pero obsoleto’’. Lo bueno de ese pasado hay que adaptarlo a los nuevos tiempos que nos exigen cada día más… ¡Ser mejor preparados y competentes! Lo malo de ese pasado… ¡Rotundamente desecharlo!

Alguien que aspire a administrar una gran empresa en el sector privado, ya no puede presentarse con una simple licenciatura; ahora se le pide además una maestría. Con mucha más razón, alguien que aspire a la Presidencia de la República, algún ministerio etc. Desafortunadamente nosotros, seguimos escogiendo al personal estatal por razones estériles como haber colaborado con el partido en el proceso electoral, haber aportado recursos económicos para la campaña, ser el hijo del fulano o del mengano que tiene larga trayectoria dentro del partido etc., y sigo con los etcéteras porque son tantas, pero tantas las razones ‘’estúpidas y lejanas’’ al profesionalismo requerido para x o y puesto.

Las asesorías.

Son la mayor prueba de la mala escogencia de una persona para un cargo, y al mismo tiempo de la mala escogencia para los mandos medios realizados por esta persona. El electo ‘’debe estar capacitado para resolver los problemas’’ propios de su cargo; o tener como subordinados a personas capaces de brindarle ideas (asesoría interna), y conjuntamente llegar a obtener los resultados requeridos.

Cuando el electo y/o sus subordinados son incompetentes, faltos de conocimiento en lo que están dirigiendo, es cuando viene la urgente necesidad de la contratación de servicios externos que, ‘’tan caros le salen al País’’. Dentro de este rango de ineptitudes están las famosísimas ‘’concesiones’’ que la mayor parte del tiempo se alimentan de capital nacional,  para llevarse luego el diferencial o utilidad hacia el exterior, lo cual también sangra a nuestro País.

Lo anterior no significa que padezcamos de ausencia de gente capacitada, pues la realidad es todo lo contrario. Tenemos gente ‘’muy capacitada’’ que no encuentra acogida por motivos ‘’políticos’’ en su propia tierra, y se largan a vender y contribuir con su gran capacidad y conocimientos, a otras naciones más desarrolladas donde sí escogen a su gente por su capacidad y no por el índice de la política.

Otro crimen de la política en contra del buen gobernar, es la reorientación o redefinición de las metas y proyecciones cada cuatro años con el cambio de gobernante, con el único fin de conseguir votos. Son cambios sin sentido, sin una visión de país, sin un concepto de nación, sin ver hacia el futuro como un todo, sino más bien cambios a metas de corto plazo para que el ciudadano común se engañe y diga; ‘’este gobierno sí hizo’’, ‘’fue un buen gobierno’’… y tratar de esa manera de reelegir al partido aunque con un representante (presidente) diferente. Uno de los ejemplos que podemos utilizar es la famosa ‘’carretera a caldera’’ (porque de autopista, solamente tiene el nombre), que duró más de tres décadas y por último la vía de escape fue la ‘’concesión’’.

Solución.

Se debe independizar el aval final de un aspirante a un cargo. Está bien que el presidente electo dé prioridad a candidatos de su partido, pero deben ser personas con toda la educación académica necesaria para la ejecución del cargo, educación que debe ser evaluada y avalada por un ente totalmente independiente de la corrupción de la política. Se me ocurre sugerir que sean los colegios profesionales quienes se encarguen de examinar y evaluar la capacidad del aspirante propuesto por el nuevo gobernante, analizar sus experiencias relacionadas al cargo que desempeñará. Así mismo, estos colegios seguirán un proceso igual con los subordinados de estos.

A lo anterior agreguemos que, las proyecciones o proyectos nacionales deben hacerse a mediano o largo plazo (según lo amerite cada caso),* y al realizarse un nuevo proceso electoral, el ganador deberá respetar y continuar en prioridad, los proyectos trazados por el gobierno anterior, y adicionar luego cualquier otro proyecto que juzgue necesario para culminar en una verdadera y Tercera República organizada y con el sabio enfoque o concepto de ‘’Nación’’

Conclusión.

He querido hacer una sugerencia condensada sobre un tema donde pueden surgir elementos suficientes como para escribir un libro. También, he querido utilizar palabras simples para que su lectura sea comprendida por la mayoría, y no solo por quienes han logrado un grado académico mayor; ello, lo considere un deber, una obligación.

Costa Rica… aquella Costa Rica de la cual todavía emitimos eslóganes… pasó a ser solamente un bello recuerdo y ya no debemos seguir viviendo de fantasías basadas en esos recuerdos. Estamos perdiendo a Costa Rica, debemos tomar conciencia de ello y afrontarlo con patriotismo para llevarla de nuevo a ser un ejemplo de democracia con valores propios, autóctonos sin importar modelos que no concuerden con nuestro ser y sentir.
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* Si alguno de los proyectos dejados por el gobernante anterior es realmente malo, el nuevo gobernante podrá solicitar su eliminación a consenso legislativo y/o popular (referendo)