roles tan diferentes como el de maestro, orientador, amigo, educador, formador, confidente, asesor, guía, protector, pero sobre todo dispensador de amor.  La figura del padre es fundamental en el hogar para el equilibrio emocional del niño y complementa, junto con la labor de la madre, el vaciado de los cimientos sobre los que los hijos deberán edificar la estructura de su propia vida y transmitir los valores recibidos a su descendencia, en una cadena interminable.

No siempre podemos valorar objetivamente lo que nuestros padres nos han legado, sobre todo en una sociedad en la que por desgracia se ha roto la estructura celular de la familia. Hay muchos padres que abandonan a sus hijos y entonces las madres deben asumir y suplir ese rol de la mejor manera posible. Pero cuando la figura paterna está ausente, falta algo más que el proveedor del sustento. Falta el espejo en que el menor verá reflejada su personalidad futura y falta sobre todo la pierna derecha que permitirá al niño caminar sin sobresaltos en una marcha equilibrada y tranquila.

En su múltiple papel revistiendo y asumiendo roles polifacéticos, la imagen del padre será valorada y juzgada fundamentalmente por los hijos. Comenzará siendo ejemplo y héroe, para luego transformarse sucesivamente, con el paso de los años, en autoritario, ignorante, pobre diablo, obsoleto, quizá un poco inteligente, bastante razonable y terminará como empezó: en héroe por excelencia que a lo mejor no podrá disfrutar de este reconocimiento porque sus facultades están perturbadas, o bien porque yace hecho polvo en algún lejano cementerio…

El recuerdo amoroso y agradecido de mi padre yo lo llevo en el relicario de mi corazón hasta el día en que pueda abrazarlo y besarlo nuevamente.