Redacción.-Si la iglesia ha dicho que es un pecado que las féminas se coloquen sobre el hombre durante el acto sexual, El Medio Oriente alega que son ellas quienes deben estar encima; la razón es simple: el hombre es rudo y pesado por lo que puede herir el cuerpo delicado de las damas.  Cada quien tiene su opinión, pero no hay que negar que la posibilidad de que ellas se diviertan más practicando esta posición es evidente.
Cuando una mujer se encuentra encima del hombre, es ella quien está al control de sus movimientos. Puede elegir la intensidad, velocidad y hasta el ritmo a seguir, por lo que es más fácil encontrar un orgasmo. Si la mujer queda rezagada a la posición del misionero, por ejemplo, ella queda inmóvil y no puede cambiar el movimiento o la intensidad de la penetración, lo que le dificulta a ella llegar al clímax.
Aunque algunos hombres prefieren ser los controladores de este tipo de acto, otros disfrutan ver cómo su pareja toma las riendas de la situación.
Existen algunas variaciones de esta posición controvertida, algunas requieren práctica, otras son muy sencillas, pero absolutamente todas le dan espacio al hombre para que se pueda deleitar con la figura femenina, y le permiten a ellas conseguir el éxtasis.   La posición tradicional puede aderezarse un poco, si se coloca de espaldas al compañero; para esta posición se necesita fuerza en las piernas, pero vale la pena intentarlo.
Otra modalidad interesante es mientras están sentados, de esta manera es más fácil para ella conseguir apoyo en él. Las más originales pueden acostarse sobre su pareja y manejar una sutil penetración.