la desconexión de un reactor nuclear. El viento se debilitó levemente y ahora tiene una velocidad máxima de 120 kilómetros por hora.

Irene se mantiene así como un ciclón de categoría uno, la mínima en la escala de intensidad Saffir-Simpson de un máximo de cinco. No es la tormenta más rápida o más fuerte en la historia reciente, pero sí es de un tamaño descomunal. Los huracanes típicos son de unos 480 kilómetros de ancho e Irene es casi dos veces más amplio y está creciendo.

La preparación para afrontar el desastre

El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, ordenó la evacuación obligatoria de los residentes en las áreas de mayor riesgo de Nueva York. En Washington, que también se prepara para la acometida, la gente ya agotó casi toda el agua que estaba disponible en las tiendas. Los residentes de la capital temen quedarse sin agua potable, por un posible corte en el suministro de sus hogares. También han sido suspendidas hasta el lunes todas las obras en las zonas amenazadas. Además, las autoridades recomendaron que los residentes eviten salir a parques y jardines, ya que existe el riesgo de caída de árboles.

En la red aparecen consejos para no perder el contacto con los seres queridos y con los servicios de emergencia en medio de este desastre natural. El modo más fácil de comunicarse ahora es vía teléfono móvil, que funciona con baterías, pero depende del funcionamiento de las antenas que proveen la conexión, y estas necesitan electricidad. Ahora las torres tienen reservas de energía, lo que las hace menos vulnerables. En caso de que sigan funcionando, las compañías de telefonía recomiendan mandar mensajes de texto en lugar de establecer llamadas y no conectarse a Internet vía móvil. Con esto se pretende evitar sobrecargar la red y no gastar baterías. También se destaca que en caso de que la situación se agrave, el único medio de comunicación que quedará disponible será el teléfono vía satélite.