Luego de las protestas en el Reino Unido, organizadas mayoritariamente a través de las redes sociales, las autoridades plantean cerrar estos sitios web. Sin embargo, algunos activistas creen que esto viola los derechos de los ciudadanos y no aporta soluciones a los problemas reales.
Mensajes a través de Messenger, entradas en Twitter, reuniones virtuales en Facebook terminaron con una ola de violencia en las calles de Londres. Durante las protestas de agosto en el Reino Unido, las redes sociales fueron no solo un foro para discusión sino que se convirtieron en un espacio para la acción.
La reacción de las autoridades no se hizo esperar: el gobierno propuso cerrar estos servicios. Dos personas fueron condenadas a cuatro años de cárcel por incitar a las protestas en Facebook e incluso existe una propuesta para que los jóvenes se controlen entre ellos en Internet.
Las verdaderas razones
Sin embargo, algunos políticos opinan que esta caza cibernética puede encubrir las verdaderas causas de lo ocurrido.
“Estas propuestas de vigilar a los jóvenes usuarios de Internet es un absurdo. En el Siglo XII también había protestas y ¿existía Internet en aquellos tiempos? Sería mejor buscar las verdaderas razones de las manifestaciones que acusar a un simple grupo de mensajeros”, asegura el político británico Diane Abbott.
Los posibles cambios contradictorios
La inseguridad callejera volcó a muchos jóvenes a acudir a centros especiales, donde se organizan los talleres para prevenir la violencia de las pandillas. Allí han encontrado un ambiente relajado para sentirse mejor. Sin embargo, ahora tendrían que iniciar su actividad como 'espías' y comunicar sobre acciones sospechosas en las redes.
Algunos de ellos consideran que esta medida tendrá un efecto contrario al deseado.
“Hay que llegar al fondo del problema y trabajar en el epicentro de la violencia, intentando hacer cambiar de parecer a los líderes de pandillas”, opina Naz Ali, quién ha colaborado con jóvenes en un centro de Londres durante dos años. “El dinero que gastarán debería ser utilizado en las bandas, en cada miembro de la banda para atraer a los pandilleros. Hay que educar a los pandilleros. El dinero se debe invertir de esta manera y no para vigilarlos”, considera el trabajador.
Ahora el gobierno británico se encuentra en una encrucijada: cortar de raíz la violencia callejera o respetar las libertades básicas de los ciudadanos. Encontrar una solución superficial y rápida que asegure algo de estabilidad inmediata o iniciar un cambio profundo y lento que podría poner en riesgo el presente.
Gerardo Barboza, M.Ed.
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