Las contradicciones entre lo observado y señalado por el señor Dante Caputo sobre el proceso electoral nicaragüense, y las órdenes dadas por el señor Insulza sobre ‘’reconocer esas elecciones’’, evidencian cada vez más el ‘’SECUESTRO’’ en que ese organismo internacional se encuentra, y la urgente necesidad de su reestructuración para devolverle su carácter democrático con capacidad de una participación neutral en los conflictos y vicios de los países miembros.

Desde que el señor Caputo se encontraba en Nicaragua, emitió y evidenció preliminarmente todas las ilegalidades y atrocidades cometidas por el gobierno de Daniel Ortega. Inclusive acusó los atropellos de que fueron objeto el 20% de los observadores de la OEA, a los que el gobierno dictatorial de Ortega imposibilitó de ejercer sus funciones de observadores del proceso electoral llegando inclusive, a evacuar a muchos de ellos por medios violentos de los centros de votación en distritos electorales de los departamentos más lejanos a la capital Managua.

Pocos minutos después de que el señor Caputo hiciera las declaraciones antes mencionadas, recibió órdenes del señor Isulza de no emitir mayores juicios y paralelamente el señor Insulza felicitaba a Daniel Ortega por haber ganado los comicios en unas ‘’elecciones transparentes’’, como las calificó el Secretario General de la OEA sin esperar siquiera a que los informes de los observadores llegaran a su escritorio.