Para cada uno de estos particulares turistas, viajar a la Antártida es una experiencia única. Independiente del conocimiento que cada persona pueda tener del lugar.

Según Oliver Kruess, capitán de un crucero, “la Antártida es un lugar que va mucho más allá de la imaginación. Puedes  leer o ver programas de televisión para tratar de prepararte, pero no tiene nada que ver con la experiencia de estar acá. Cuando traemos gente hasta aquí se vuelven locos por el clima, el  paisaje, y en general por todo este entorno”.

Pese a los inconvenientes, vale la pena

Aunque cada vez más viajeros se aventuran hasta este lugar, no se ve cercano el día en que se construya un hotel de cinco estrellas en su suelo. El Tratado Antártico limita la explotación del continente.

Los turistas pueden viajar en un crucero o comprar un billete para el avión que sale desde la ciudad chilena de Punta Arenas. El precio mínimo que pueden pagar es de cinco mil dólares estadounidenses, pero para los que visitan esta apartada zona del mundo es algo que vale la pena.

“Vinimos hasta acá para ver algo único, este es un ecosistema único en el mundo.  También es atractivo conocer a las personas que son parte de este tipo de viajes. Creo que ellos  quedan fascinados ante la visión de este sitio, un lugar en donde no hay huella de la acción del hombre”, comenta Andrew Fem, uno de los turistas aventureros.

Pese a lo remoto del territorio, los servicios turísticos son seguros. Las empresas turísticas operan coordinadas con servicios de emergencia ubicados tanto en tierras antárticas, como en Sudamérica.

“Nuestra parada aquí no estaba planeada, pero tuvimos una emergencia médica anoche. Los chilenos tienen un campo aéreo y fue necesaria su ayuda. De todas formas la asociación internacional de  operadores turísticos de la Antártida tiene un plan de evacuación para este tipo de casos”, asegura Oliver Kruess.

Al volver a sus respectivos países, los turistas antárticos ya no son los mismos. Han descubierto una región del planeta donde la naturaleza se desarrolla puramente y donde el hombre sabe lo importante que resulta que este orden se mantenga por mucho más tiempo.