Este extraordinario atleta limonense resumió en pocas y eficaces palabras una verdadera sentencia histórica. Nos dijo a todos y cada uno de los costarricenses que, además de poder, es nuestro deber creer en nosotros mismos, levantar la mirada, mirar al frente y pensar en grande.

Lo mejor es que Nery, antes de decirlo con palabras, lo había dicho con hechos. Lo viene diciendo en las pistas desde hace años. Lo decía a gritos, sin que nadie lo escuchara, en esas madrugadas cuando iniciaba sus entrenamientos sin equipos adecuados, ni entrenadores preparados, solo, decidido a pensar en grande, sintiendo que ese era su camino y su deber para, finalmente, triunfar como lo ha hecho, superando incluso a otros atletas que hasta hace poco eran sus ídolos.

El ejemplo de Nery y su histórica sentencia deben servirnos a todos los demás para reconducir y redoblar nuestros esfuerzos en pro de la grandeza, tanto personal como colectiva. Cada uno y cada una, en el campo en el que se desempeña, tenemos el deber -no solo el derecho- de pensar y actuar en grande. Solo así estaremos a la altura de las responsabilidades y enormes desafíos que tenemos como sociedad; solo así obtendremos la grandeza.

La hazaña de este gran atleta debería servir como acicate para erradicar las conductas cortoplacistas, facilistas y de pequeño aliento que abundan en las esferas de la vida pública y política de nuestro país.

Realmente duele que mientras un joven humilde nos invita y nos enseña a superarnos día a día y aprovechar las oportunidades, otros, particularmente en la vida política, nacidos y crecidos en condiciones mucho más ventajosas que aquellas en las que nació Nery, privilegien la obstrucción, la mezquindad y sean incapaces de ver la grandeza aún si la tienen frente a sus ojos.

Lo lamentable es que esa incapacidad para mirar al futuro y esa falta de vocación por la grandeza impiden que el país aproveche las innegables fortalezas que tiene para aspirar a más y, por el contrario, nos hacen avanzar con extrema lentitud, sin coraje para tomar decisiones, sin voluntad para procurar acuerdos, sin determinación para construir.

De la misma manera que la naturaleza dotó a Nery de excepcionales condiciones físicas y mentales que él se encargó con esfuerzo y constancia de trabajar, pulir y potenciar hasta llegar al sitial más alto, Costa Rica tiene excepcionales condiciones para innovar, crecer y llegar más pronto al desarrollo que la mayoría de los países de la región.

Más que recursos -que los tenemos- lo que necesitamos es un cambio de actitud: en lugar de pensar en pequeño y regocijarnos en la pequeña rencilla o en la indecisión, hemos de pensar en grande, actuar en grande y así, finalmente, al igual que Nery Brenes, triunfar en grande. Juntos podemos.