''Antipatía y Responsabilidad''
hacia la política en Costa Rica

El incremento paulatino y acelerado en la corrupción de los políticos costarricenses durante varias décadas, ha llevado al pueblo hacia una desconfianza extrema “in crescendo”, que ya cae en una total e indiscriminada “antipatía” hacia la política y la “clase política”; al menos así se manifiesta a través de los medios de comunicación, redes sociales, conversaciones callejeras, reuniones, fiestas etc.

Lo extraño de este fenómeno es que al llegar el momento de un nuevo proceso electoral, se eligen nuevamente a los mismos criticados, produciendo el sentimiento de que la “tradición heredada” continúa como “placenta” al “cordón umbilical”, denotando una incauta y peligrosa “irresponsabilidad política ciudadana”.

Si la población no corrige esa “irresponsabilidad política”, el país continuará cíclicamente, y cada vez más profundamente, cayendo en niveles incontrolables de corrupción, así como afianzando lo que algunos han llegado a calificar de “dictadura de partido”, es decir, la pérdida real de la “Democracia”.

Los jóvenes, que otrora fueran los que marcaban la diferencia entre lo permitido y lo no permitido a la clase política, están inertes, en estado de hibernación, preocupados únicamente por el “yo”,  y pendientes solamente del más nuevo “producto de consumo” tecnológico. Las universidades abrigan el silencio que las convierte en “cómplices”, al igual que a algunos medios de prensa más preocupados por la “farándula” y los ingresos económicos, que por la labor “obligatoria” de ser parte integral de la concientización y culturización de la ciudadanía.

La política (polis), desde la antigua Grecia ha sido el compromiso ciudadano con su comunidad. Ni un solo ciudadano puede autocalificarse como “apolítico” o mantenerse al margen de esa “responsabilidad” intrínseca hacia la “nación” y que le otorga el derecho de pertenecer a ella. Es decir, nadie se debe mantener al margen y creer que pueda llamarse “costarricense” por el simple hecho de haber nacido en este suelo. Según Aristóteles, “el hombre es un animal político y el que no lo sea es un dios o una bestia".

Entonces ha llegado el momento de elegir primero qué se quiere ser: un humano consciente, o una bestia inconsciente.  

Todo ciudadano costarricense, sin excepción ni justificación, debe ser “RESPONSABLE REAL”  del destino de la Patria. De analizar intelectualmente si se quiere defender la “democracia” o perderla. De meditar sin fanatismo o desinterés quiénes tendrán el derecho de participar en el próximo período electoral y quiénes deben ser expulsados del mismo, para no continuar con ese círculo (Lobby) vicioso y nocivo que viene ejerciendo el poder… y saqueando las arcas producto del aporte y sacrificio de toda la población.