canta complicarse la vida, les gusta vivir mal y ocuparse de los problemas de los demás en vez de preocuparse por sus vidas y su mejor vivir. Ciertamente, parece que es más entretenido vivir la vida de los demás y entrometerse en lo que no te incumbe, pero esa forma negativa de conducirse no es nada buena y efectiva, con el paso del tiempo te das cuenta lo errado (a) que estás o están. Para vivir en armonía y en felicidad con los demás y con uno mismo tienes que examinar muy bien tu persona, tu estado mental, tu forma de ser y la voluntad con la que vives tu vida.

Las personas que experimentan tensión interna, frustración, y el temor a algo o alguien, se rehúsan a hacer frente a las consecuencias de la vida, y se entregan a la prosecución de placeres, riqueza, y hasta la fama; esto causa un desenfoque que los hace olvidarse de lo que es realmente la solidaridad y la humildad del ser humano.

Generalmente, las personas cuando afrontan cosas de la vida que no entienden o saben como resolver, buscan en lo mundano como el erotismo, las drogas y la bebida las respuestas a la vida que nunca encontraran en esa forma de vivir. Esto es muy preocupante para nuestra sociedad moderna porque cada día, más y más jóvenes se enfrascan y enferman en esa forma de vida y los perdemos como ciudadanos productivos y sanos que las naciones necesitan.

En este sentido, nos damos cuenta cómo los valores humanos y ciudadanos han decaído, las bases familiares se tambalean por lo tanto la educación del hogar está en peligro, aún cuando las cosas y los tiempos cambian, los valores de la familia no cambian, siguen siendo los mismos, pero no se mantienen ni se practican como debe de ser, los ejemplos ya no son los mismos, y este error es de los padres y hasta quizás en parte de la sociedad en que vivimos.

Muchos padres de familia hoy día, le achacan la falta de educación a los maestros formadores de nuestra juventud, pero la obligación de los maestros está y yace en lo académico solamente, no en enseñar los valores familiares que se deben de aprender en el núcleo familiar. Actualmente, la discordia y luchas raciales, problemas de divorcios, y el suicidio en los jóvenes son repercusiones de la inhabilidad humana para poder vivir con fuerza la filosofía de la vida hermosa que Dios nos dio para disfrutarla; el ser humano muchas veces se considera tan solo un accidente de la naturaleza como burbuja material sin ningún significado.

Cuesta muchísimo vivir una vida llena de gozo, útil y con paz sin tener armonía en tu corazón y alma humana, para ello, debes de buscar el balance entre lo humano, lo material y lo espiritual, además de tener una visión muy clara de sí mismo. La vida hay que tomarla y verla con la óptica adecuada y ser capaz de mirar las penas e injusticias cotidianas con algo de fe y esperanza a pesar de todo.

Hay tres cosas muy básicas para aprender y comprender acerca de uno mismo:

1. Fuimos creados a imagen y semejanza del altísimo.


2. Somos pecadores todos y ocupamos ser perdonados y perdonar, de ahí nace una nueva naturaleza, y esperanza de vida humana.


3. Dios nos ama a todos y nos mando a amarnos unos a los otros, y ha provisto la salvación para cumplir su necesidad de vida eterna. En todos los tiempos en la mayoría de los lugares la humanidad ha respetado y reverenciado los valores llamados o conocidos como “virtudes”, estos han sido atribuidos a las personas sabias, a santos, personas sagradas y hasta a los dioses.

Estas virtudes marcaban las diferencias entre un bárbaro y una persona culta, la diferencia entre el caos y una sociedad decente. Pero realmente no se necesitan libros, filósofos o mensajes en el cielo para saber lo que es “ser bueno”, porque quizás, surja una revelación personal respecto a este tema.

Toda persona tiene la capacidad de encontrar y entender por sí mismo las respuestas que busca, pero es tan fácil como simplemente tratar a los demás como te gustaría que te traten a ti, o sea, haciendo el bien sin mirar a quién o esperar regalos, favores o nada a cambio, en esa forma, descubrirás las virtudes humanas y una forma de vivir más digna y llena de satisfacciones con mucho amor, felicidad y armonía en tu entorno.

Está en tus manos y en ti mismo cómo deseas vivir y conducir tu vida, tú eres el capitán de tu barco, tú lo diriges, lo navegas a mejores rumbos y tierras; o lo naufragas o hundes si irresponsablemente conduces tu vida. La “regla de oro” también es útil en estos casos y nos sirve como prueba, todo está en actuar correctamente y de forma positiva para obtener los resultados deseados para una convivencia y un vivir eficaz en armonía con todo y todos los que nos rodean.

Si se pudiera persuadir a todas las personas para que apliquen esto y vivan sus vidas en esta forma, les haríamos un gran favor y dado además un precepto con el que podrán evaluar su propia vida y abrirá la puerta para que ellos puedan empezar a vivirla en mejor forma, porque el camino a la felicidad está cerrado para aquellos que no se reprimen a sí mismos de cometer actos negativos y dañinos.

El sendero a la felicidad se hace más brillante al aplicar el precepto “Intenta tratar a los demás como te gustaría que ellos te traten a ti”, en esa forma podrás vivir feliz y en armonía con todo lo que te rodea, tu propio ser humano y tus semejantes.